Tras el paréntesis vacacional los líderes europeos han vuelto o están a punto de volver esta semana al trabajo. La mayoría de ellos no ha querido irse demasiado lejos por lo que pudiera pasar y lo han hecho con un ojo puesto en Grecia (el viernes los ministros de finanzas de la zona euro aprobaron un tercer programa de rescate al país heleno de 86 mil millones de euros para los próximos tres años), y otro en los mercados. Y la mayoría de ellos ha optado por vacaciones cortas de una o dos semanas (excepto el español Mariano Rajoy que estará tres); discretas; en casas rurales (como Rajoy) o en hoteles no muy lujosos (como la canciller alemana Angela Merkel); y viajando en vuelos comerciales (como el británico David Cameron). Europa sigue en crisis y muchos de sus paisanos no han podido permitirse el lujo de tomarse unos días de descanso, así que ellos no han querido dar mal ejemplo.
Una de ellas ha sido Merkel, una mujer extremadamente discreta en su vida privada. Merkel ha vuelto al trabajo tras pasar como casi todos los años, dos semanas de vacaciones junto a su marido, Ulrich Merkel, en un hotel de cuatro estrellas en los Alpes italianos haciendo senderismo. Y a su vuelta y como ha hecho en los últimos años, de nuevo ha centrado su atención en Grecia. Este miércoles el Parlamento alemán debe aprobar el tercer rescate al país heleno, pero el resultado no está claro. Se espera que los socialdemócratas (SPD) y los verdes apoyen el rescate pero en las filas de la Unión Demócrata Cristiana (UDC) de Merkel podría haber discrepancias al igual que en su partido bávaro hermano Unión Social Cristiana (CSU) algunos de cuyos miembros podrían rebelarse y negarse a apoyar al gobierno. Ponen como condición la participación del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el rescate. Y hasta ahora la participación del FMI es “incierta”. La votación en el Bundestag (Parlamento alemán) está prevista para las 9 de la mañana del miércoles. Si más de 100 legisladores votaran en contra esto sería un gran revés para la todopoderosa canciller.
Quien más complicado lo tiene a su vuelta de vacaciones, todavía no lo ha regresado, es a Mariano Rajoy, presidente del gobierno español. En noviembre habrá elecciones generales y el 27 de septiembre elecciones autonómicas en Cataluña (noreste de España) que se presentan más como un plebiscito sobre la independencia que como unos comicios normales. Según los sondeos, el PP (que gobierna con mayoría absoluta) tiene al opositor Partido Socialista Obrero Español (PSOE) pisándole los talones, a Ciudadanos (considerado la “marca blanca” del PP) robándole votos y al tan temido Podemos con un gran porcentaje de votos. Así que Rajoy, que sigue descansando en su Galicia natal, las ha interrumpido varias veces para estar más pendiente de la actualidad, para remodelar su gobierno, para comparecer ante la prensa (antes aparecía en videos grabados y sin aceptar preguntas), para alertar del desastre que sería un posible pacto PSOE-Podemos, y para hacer campaña prometiendo bajadas de impuestos y subidas de salarios. Es decir, lo contrario de lo que ha hecho en sus últimos cuatro años de gobierno.
Quien sí ha vuelto al trabajo es el primer ministro británico, David Cameron, que como en los últimos tres años ha pasado sus vacaciones en el Algarve portugués. Esta vez en el pequeño pueblo pesquero de Alvor a cuyo centro de salud se acercó acompañado por un reducido servicio de seguridad por culpa de una otitis. Durante sus vacaciones han sido cientos los inmigrantes que han intentado pasar cada día escondidos en camiones por el Eurotúnel, una estructura de 50 kilómetros de longitud que une el Reino Unido y Francia a través del Canal de la Mancha y que se ubica en Calais (Francia). Así que a su vuelta Cameron, que junto a Hollande envió una carta a los líderes europeos solicitando su ayuda para controlar el “problema” de la inmigración, tratará de presionar para que se tomen medidas al respecto. Ahora que le afecta directamente el británico quiere que el tema de la inmigración sea una prioridad absoluta de la UE y que haya solidaridad entre países. Aunque él se niega a participar en el programa de la Unión Europea (UE) de reparto proporcional de inmigrantes entre los estados miembros. En junio del 2016 llevará a cabo un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE. Pedirá el “No”, pero a cambio buscará lograr de sus socios europeos un compromiso de endurecer las políticas migratorias. Cameron quiere retirar los beneficios para los inmigrantes procedentes de países de la UE, y también quiere que sus vecinos del sur pongan muros, vallas, alambres de espino, perros y policías de aduanas. Todo ello en una Europa sin fronteras.