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Entre gritos de repudio de decenas de residentes latinos de Texas, el multimillonario Donald Trump, precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, llegó ayer en su avión privado a esta ciudad de acendrada raigambre mexicana, donde defendió la necesidad de “levantar un muro en la frontera”.
“¡Trump, basura!”, “¡Fuera, fuera!”, “¡Ahí viene El Chapo!”, “¡No eres bienvenido!” y el clásico “¡ulero, culero!”, fueron algunas de las expresiones de rechazo que activistas por los derechos de los migrantes y asociaciones de veteranos de guerra dirigieron al político ultraconservador, quien afirmó que “un muro en la frontera nos ahorraría muchísimo dinero” y alertó del “enorme peligro” que, dijo, enfrenta EU “con los ilegales que están entrando”.
Priscila Villarreal, una ciudadana de Laredo, decidió ir a protestar contra la visita porque, dijo, “el señor habló mal de nosotros, no lo queremos porque aquí todos tenemos raíces mexicanas; yo nací aquí, pero mis abuelos eran de Guerrero, en el sur de México”.
Organizados de manera espontánea tras los comentarios racistas y provocadores de Trump, amigos y familiares de Priscila mandaron hacer camisetas con la leyenda: “Qué dijiste de los mexicanos, pinche güero culero. Viva México cabrones”.
Desde San Antonio llegó un contingente encabezado por Henry Rodríguez, líder de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC), quien señaló: “Trump debe ser deportado de este país por insultar a los veteranos y burlarse de nuestra democracia. Este señor insulta a los inmigrantes, que son gente trabajadora y no se le raja a los azadones ni a los golpes, ni a las balas en el campo de batalla”.
Trump acudió a Laredo invitado por el sindicato de trabajadores de la Patrulla Fronteriza, que cancelaron su apoyo a la visita por presiones de su dirigencia nacional, por lo que Trump acortó su estancia en el salón de eventos Paseo Real. En rueda de prensa en el puente internacional de Comercio, y después en el salón Paseo Real, Trump dejó atrás el lenguaje radical y se quiso mostrar conciliador, diciendo que ama a los latinos porque “son grandes trabajadores y gente fantástica, que quieren ser legales”. Afirmó que él mismo da empleo a miles y miles de hispanos.
Expresó que no quiere la inmigración ilegal “con ese tremendo crimen” que conlleva y que desea devolverle empleos a los estadounidenses que son desplazados por ciudadanos originarios de otros países.
Sobre las amenazas en su contra atribuidas en días pasados a Joaquín El Chapo Guzmán, Trump evadió el tema, diciendo que no lo conoce. También dijo que las críticas en su contra han arreciado porque va primero entre los precandidatos republicanos y advirtió de la posibilidad de que, si no sale electo en las primarias republicanas, busque una candidatura independiente.
Avanza proyecto. En tanto, la mayoría republicana en la Cámara Baja aprobó un proyecto de ley destinado a sancionar a gobiernos locales que rehúsan cooperar con autoridades federales migratorias, aun después de que la Casa Blanca amenazara con vetarlo. No está claro cuándo el Senado debatirá una versión similar.
Al mismo tiempo, un estudio del Instituto de Política Migratoria (MPI) señaló que unos 9.6 millones de indocumentados, que representan el 87% del total en Estados Unidos, se podrían beneficiar por los cambios del gobierno en las prioridades para la deportación de inmigrantes. El número de deportaciones de indocumentados bajaría en más de 25 mil casos anuales.
*Con información de agencias