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emilio.fernandez@eluniversal.com.mx
Naucalpan, Méx.— Aurelio llegó al tianguis de San Pablito, en Tultepec, con la ilusión de comprar fuegos artificiales para celebrar la Navidad de manera diferente, pues quería que se iluminara de colores el cielo de la comunidad de San Francisco Magú, en el municipio de Nicolás Romero, donde vive.
El adolescente de 16 años iba acompañado de su madre, Maribel, de 38 años, cuando se registró la explosión.
Los dos arribaron al mercado de productos pirotécnicos minutos antes de que literalmente ardiera el lugar, que era considerado por las autoridades como el sitio más seguro para la comercialización de cohetes.
Entre la confusión, las llamas y el humo que envolvió todo lo que estaba en ese lugar, madre e hijo se separaron.
Él fue llevado al hospital Lomas Verdes de Naucalpan y ella al hospital Vicente Villada de Cuautitlán.
Aurelio no ha despertado desde el día del siniestro. Está en un coma temporal, dicen los doctores que si lo despiertan no va a aguantar el ardor de las quemaduras, contó una de sus tías que se mantiene al pendiente de la salud del adolescente.
Su estado es reportado como grave por los médicos que lo atienden, quienes no lo quieren trasladar a Galveston, Texas, porque se pondría en peligro su vida. “Tiene quemaduras de tercer grado, tiene 50% de quemaduras en su cuerpo y en su carita. Nomás nos lo reportan como grave”, explica la mujer.
Aurelio reside en la localidad de San Francisco Magú, donde la mayoría de sus habitantes son de origen otomí.
Cursa el primer año de bachillerato y sus seres queridos oran desde ese día para que salve la vida.
Maribel, la madre del joven, en su intento por buscarlo estuvo expuesta ante el fuego y el humo que generó la explosión de la pólvora con la que se elaboran los productos pirotécnicos.
El estado de salud de Maribel ha mejorado y sus familiares prevén que el fin de semana sea dada de alta.