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En la ciudad de México las opciones de movilidad para las personas con discapacidad son insuficientes a pesar de que servicios como el Metro y Metrobús han modernizado sus instalaciones para hacerlas más accesibles.

De acuerdo con la Encuesta de Origen Destino elaborada en 2010, no hay otra reciente, tardan hasta más de dos horas en conseguir un medio de transporte lo que les impide cumplir con obligaciones académicas, profesionales y de entretenimiento.

Edmeé Aguirre tiene 58 años y padece una discapacidad motriz. Hace unas semanas un chofer del corredor Reforma Bicentenario le negó el acceso al camión por usar silla de ruedas.

En entrevista con EL UNIVERSAL narra que asistió a un concierto en el Auditorio Nacional. Antes de terminar el espectáculo salió del recinto para abordar los camiones con dirección a Indios Verdes y evitar que el flujo de gente se lo impidiera.

Al solicitar ayuda para subir por la puerta de atrás, el chofer le dijo que no, “que esperara el RTP con rampa”.

Edmeé dijo al conductor que ella podía doblar la silla y subir sola al camión, que lo único que necesitaba era que abrieran las puertas traseras.

“Bruscamente me respondió ‘ya le dije que no’, le reclamé y hasta le grité que lo iba a reportar, pero no funcionó. Cerró las puertas y tuve que esperar el siguiente transporte”, dijo.

En la ciudad hay cerca de 500 mil personas que viven con discapacidad. Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Coyoacán concentran más de 43%, de acuerdo con datos del Instituto para la Integración al Desarrollo de las Personas con Discapacidad (Indepedi).

Del total, sólo 40% tiene la posibilidad de realizar estudios. Uno de los factores es la falta de movilidad.

La familia Martínez tiene una hija de 15 años que nació con parálisis cerebral. Aunque María terminó su educación primaria, cuentan que ha sido muy complicada la rutina de llevarla a terapias y a la escuela, pues su capacidad de movilidad depende de una silla de ruedas.

“Ha sido complejo porque se trata de hacer dobles turnos, uno para ir a las terapias y otro para llevarla a la escuela, al principio, cuando era bebé, la podíamos cargar, pero conforme fue creciendo no podíamos aguantarla. El problema comenzó cuando los taxis ni los camiones nos subían con la silla de ruedas, eso nos llevo a tener que pedir favores y contratar a gente que nos pudiera trasladar casi de tiempo completo”, dijo Luz María, abuela de la menor.

Narra que su vecino, un señor jubilado, se ofreció a darles el servicio a un costo accesible.

Otras de las dificultades las padecen los ciegos y débiles visuales, particularmente los que hacen uso de perros guía, pues hasta en servicios como Uber, se les ha impedido subir al vehículo a pesar de que este tipo de discriminación es motivo para darlos de baja en la plataforma.

En el Distrito Federal existe el programa de Taxi Preferente, sin embargo, los propios usuarios lo ven como una iniciativa buena pero insuficiente, pues la flota no alcanza para prestar un servicio integral.

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