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El uso de la vía pública y el ruido generado por los establecimientos mercantiles en el Centro Histórico de la delegación Coyoacán se salieron de control, pues provocan desorden en las calles y afectan la calidad de vida de los residentes del primer cuadro delegacional.
En el primer caso, se detectó que seis, de 18 negocios que colocan enseres en las calles, no cuentan con el permiso necesario de la demarcación; otros tienen autorización a pesar de dejar un paso peatonal menor al mínimo establecido en la Ley de Establecimientos, y en el caso del Jardín Centenario, la mayoría de negocios, al cerrar, deja mobiliario afuera, cuando dicha norma indica que los enseres no puede estar fijos en la calle.
“Todas las plataformas que usan como piso se quedan afuera, igual que las sillas y dejan a un guardia cuidando”, dijo Gilberto Kapellmann, integrante de la Asociación de vecinos Villa Coyoacán A.C.
El ruido es otro problema. Después de varios recorridos se encontraron negocios como La Celestina y Mezcalero, en la calle Caballo Calco, en el barrio La Concepción, que en las noches reproducen música con niveles de hasta 70 decibeles, cuando el máximo debería ser de 62 en un horario de 20:00 a 6:00 horas, a lo cual se suman músicos ambulantes con amplificadores en los jardines, por lo que vecinos se quejaron de no poder dormir, sobre todo los fines de semana.
PERMISOS A MEDIAS
Las terrazas de restaurantes, sobre los extremos del Jardín Centenario se generalizaron tras la rehabilitación de este espacio en 2009 —luego del retiro de 500 vendedores ambulantes quienes se reubicaron en la calle Carrillo Puerto—.
Luego de consultar a la delegación Coyoacán, a cargo de Salvador Frausto y encargada de regular la colocación de enseres, se encontró que los negocios Catamarán, Ave María y Esquina de los Milagros, situados en dicho jardín, no cuentan con permiso para colocar sus amplias terrazas que en casos como el Catamarán, pueden estar llenas mientras en el interior no hay ni un comensal.
Sobre este negocio, colonos denunciaron que se instaló en la antigua librería Parnaso sin el uso de suelo para venta de alimentos, pero obtuvo un amparo.
En Caballo Calco tampoco cuentan con permiso la taquería Chamán, el bar The Black Pig ni el Mezcalero.
Sin embargo, la delegación sí otorgó permiso a otros dos en esta calle: Luna Pizzería y La Celestina —detrás de la iglesia de San Juan Bautista—, a pesar de que entre sus mesas y el arroyo vehicular dejan casi 1.7 metros de espacio cuando el mínimo son dos metros, y dificultan el paso de peatones que incluso bajan de la banqueta cuando hay clientes aglomerados fuera de los negocios.
La delegación informó que el pasado 26 de junio realizó un operativo de retiro de enseres y a quienes carecen de permiso de colocación les indicó que en caso de reincidir serían sancionados.
En recorridos posteriores a esa fecha, se constató que los seis negocios aún colocan su mobiliario en la calle. De acuerdo con la norma, la reincidencia amerita suspensión de actividades y hasta clausura del establecimiento.
Además de los permisos delegacionales, los negocios deberían contar con una autorización de colocación por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) por tratarse de una zona de monumentos históricos, señaló la vecina Leticia Perdiz, “pero la mayoría no cuenta con esos permisos”, agregó.
El Reglamento de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos establece que “toda obra en zona o monumento, inclusive la colocación de anuncios, avisos, carteles, templetes, instalaciones diversas o cualesquiera otras, únicamente podrá realizarse previa autorización otorgada por el instituto correspondiente”.
En los recorridos se observó que los negocios colocan algunas macetas en sus terrazas, otros hasta televisiones y bocinas, como en el Antiguo Palacio, Catamarán, Ave María y Anselma, objetos que el INAH tampoco permite instalar, dijo Gilberto Kapellmann.
En tanto, encargados de restaurantes como Catamarán y Los Danzantes, refirieron operar en regla y sin mayores problemas con la autoridad.
COSTO DE PERMISOS
Para colocar sillas y mesas en la vía pública, los restauranteros deben hacer un pago de derechos anual de 2 mil 689.50 pesos por metro cuadrado, en el caso de establecimientos de impacto zonal y vecinal, o de mil 354 pesos por metro cuadrado en giros de bajo impacto, dinero que se paga a la Tesorería de la Secretaría de Finanzas, precisó la delegación.
Según estimaciones de EL UNIVERSAL basadas en la medición de superficies ocupadas con enseres y el giro mercantil, el uso de vía pública genera 949 mil pesos anuales, correspondientes a 12 negocios con permisos.
Mientras que los seis no autorizados dejan de aportar unos 436 mil pesos, de los cuales Catamarán, con una terraza de unos 56 metros cuadrados, evadiría un pago de derechos de 151 mil pesos.
Los que cuentan con permiso, según la delegación, son Antiguo Palacio de Coyoacán, Los Danzantes, El hijo del Cuervo, La Cervecería de Barrio, Anselma, La Fondue, Heladería Siberia, el Guarache, Entrevero y Corazón de Maguey. En Caballo Calco tienen autorización La celestina y Luna Pizzería.
Luego de varios recorridos nocturnos en lo que va del año, se detectó que establecimientos en las calles Caballo Calco y Carrillo Puerto, que en la práctica son bares, rebasan cotidianamente los límites de ruido percibido desde el exterior.
“No puedes dormir, tengo estrés porque uno no puede descansar”, dice Carolina Flores del comité ciudadano en la colonia Villa Coyoacán.
En su caso, añade que bares como The Cross, en Carrillo Puerto, emite demasiado ruido y sobre todo, opera después de las 3:00 horas, horario que no debería rebasar, según la ley de Establecimientos Mercantiles vigente.
Con el uso de la aplicación Noise Watch, desarrollada por la European Environment Agency, con un celular se registraron niveles de 71 y 70 decibeles en los negocios La Celestina y Mezcalero, respectivamente, que son los más ruidosos, según se vio en los recorridos y la situación no cambia a pesar de estar en la planta baja de un condominio.
Negocios como The Black Pig y la pizzería Luna Coyoacán rondan los límites máximos, con 62 y 61 decibeles, respectivamente. The Cross llegó hasta 60 a las 22:30 horas de un viernes.
En casos como La Esquina de los Milagros, un negocio situado en la planta baja de un edificio habitacional, llega a 56 decibeles mientras se toca jazz en vivo y afuera de El Hijo del Cuervo el registro fue de 58 al momento que un grupo de músicos ambulantes tocaba una melodía.
Pero el límite máximo permisible de emisiones es de 62 decibeles, de 20:00 horas a 6:00 horas del día siguiente, según la Norma Ambiental para el DF con clave NADF-005-AMBT-2013, referente a las emisiones sonoras.
“FUNCIONAN COMO ‘AFTERS’”
Sobre la operación después de los horarios establecidos, Leticia Perdiz dijo que “bajan las cortinas pero continúan con la música, funcionan como afters”, entre los cuales señalaron a sitios como El Hijo del Cuervo.
Debido al desorden de los establecimientos, los entrevistados afirmaron que hay vecinos que “ya se quieren ir de la colonia”, como en el caso de las calles Caballo Calco. En Tres Cruces y Francisco Ortega se observaron letreros de renta o venta de inmuebles.
Las instancias que verifican el ruido son la secretaría de Medio ambiente y la Procuraduría Ambiental de Ordenamiento Territorial (PAOT) que indicaron no tener denuncias sobre ruido en los bares, pues con una queja de por medio es como pueden actuar.
Al respecto, la delegación Coyoacán informó que tampoco tiene quejas, sin embargo, vecinos consultados expresaron que las autoridades ni siquiera los reciben para ser atendidos y ante ello desistieron de acudir a esta instancia.
Sobre el tema, los colonos dijeron que alistan denuncias ante PAOT y esperan la llegada del próximo delegado Valentín Maldonado porque la actual gestión “no los escuchó”, según afirmaron.
“Aquí los límites de decibeles no existen”, señaló Perdiz, pues otros negocios como Ave María y El Palacio del Rock, abierto sobre el restaurante Catamarán, generan ruido excesivo con música sin aplicar medidas para insonorizar el inmueble.
Recordó que las administraciones anteriores de Heberto Castillo y Raúl Flores “estuvo controlado el tema de ruido y ahora a partir de la gestión de Mauricio Toledo, eso se acabó”.
El vecino Gilberto Kapellmann dijo comprender que Coyoacán es el segundo sitio turístico de la ciudad, pero “hay que pensar que atrás de los negocios vive gente, se olvidan que el plan parcial del Centro Histórico nos marca aún como una zona habitacional y la herencia de la zona se basa en su cultura, no en bares, restaurantes y reventones”, lamentó.