En dos décadas la disposición de la basura no cambió en el Valle de México. Actualmente los rellenos sanitarios y tiraderos se acaban y no hay alternativas para sustituirlos, además de que algunos incumplen la normatividad.
La llegada diaria de más de ocho mil toneladas de basura de la Ciudad de México satura cuatro confinamientos operados por empresas privadas. Otros rellenos agotaron su vida útil y alargan artificialmente su existencia, como el de Tlalnepantla.
En las últimas dos décadas surgieron rellenos sanitarios concesionados a empresas privadas y los tiraderos municipales poco a poco llegan a su fin, muchos de ellos clausurados como los de Teoloyucan, Melchor Ocampo, Huixquilucan, Hueypoxtla y Coyotepec, entre otros.
“Cuando se hizo el relleno sanitario de Tlalnepantla, hace 20 años, a mí me tocó echarlo a andar. Pensé que las cosas serían distintas, pero están igual”, mencionó Antonio Arias García, director de Servicios Públicos de ese municipio.
Añadió: “Recuerdo muy bien cuando tiramos la primera tonelada, pensé ‘dentro de 20 años seguramente ya va a haber muchas cosas’, y no. Se ha hecho muy poco con la basura”.
El relleno sanitario fue inaugurado en 1998 por el entonces gobernador César Camacho Quiroz y la alcaldesa panista Ruth Olvera Nieto. Se trató de una concesión a 20 años a la empresa Mexicana del Medio Ambiente, que después cambió de nombre.
El confinamiento cumplirá su vida útil el próximo año, pero la anterior administración de Tlalnepantla alargó la concesión siete años más.
Arias García afirma que en el mundo los rellenos sanitarios dejaron de existir y los países avanzados buscaron soluciones tecnológicas para el tratamiento de la basura, como plantas térmicas para convertir los residuos sólidos en energía eléctrica.
Panorama complejo. La situación de los rellenos sanitarios y tiraderos del Valle de México es compleja, lo que se agrava por cuestiones políticas y económicas.
Ejemplo de ello es que el gobierno de Cuautitlán Izcalli deposita su basura en el relleno sanitario de Tepotzotlán, a unos 14 kilómetros de distancia. Y el de Tepotzotlán lleva su basura a Cuautitlán Izcalli. Ambos depósitos son operados por empresas privadas con las que los gobiernos municipales mantienen diferencias.
En Cuautitlán Izcalli funciona —desde junio de 2010— el relleno sanitario de la empresa Tersa del Golfo en 40 hectáreas de lo que eran cerros del ejido de Santa María Tianguistengo. En el sitio hay una enorme montaña de basura, sobre todo porque el confinamiento recibe desde hace seis años desechos de la Ciudad de México. Colonos se quejan de enfermedades provocadas por los desperdicios.
En este municipio el gobierno local recoge diariamente 400 toneladas de desechos al día que es llevada hasta Tepotzotlán, y “boteros voluntarios” otras 300 toneladas.
El relleno sanitario de Tepotzotlán se ubica a unos tres kilómetros del centro de ese Pueblo Mágico y es operado por la empresa Confinamiento y Destrucciones Tepotzotlán, que según el gobierno municipal carece de licencias desde 2016.
El alcalde Ángel Zuppa Núñez relató que el cabildo aprobó llevar la basura al relleno sanitario de Tersa del Golfo, en Cuautitlán Izcalli, a precio de 70 pesos por tonelada. Dijo que el confinamiento local es un tiradero a cielo abierto y no un relleno sanitario, por lo que un pozo de agua potable cercano fue cerrado debido a que presenta contaminación.
Explicó que Tepotzotlán genera 70 toneladas diarias de basura y el tiradero recibe más de tres mil al día de los municipios de Melchor Ocampo, Tultitlán, Cuautitlán Izcalli, Cuautitlán y Teoloyucan, entre otros, además de basura privada.
El tiradero es vigilado por hombres armados. EL UNIVERSAL solicitó información a los encargados, quienes se negaron a proporcionarla.
“Se clausuró por parte de la Dirección de Desarrollo Económico, Protección Civil, del Medio Ambiente y Desarrollo Urbano porque no cumple con ninguna licencia, ni de 2016 ni de 2017, y pues sí es una prepotencia la de tener gente armada para evitar que volvamos a clausurar porque el Tribunal de lo Contencioso Administrativo nos ordenó que reabriera”, dijo.
Con la basura “al cuello”. En Tlalnepantla el gobierno municipal deposita alrededor de 700 toneladas diarias de basura en el relleno sanitario concesionado a Mexicana del Medio Ambiente, que cambió a Proactiva del Medio Ambiente.
Arias García dijo que pagan entre 200 y 205 pesos por tonelada, cuya concesión vence en 2018, pero fue ampliada siete años más.
Aureliano Amador Ramírez, activista social, aseguró que el relleno sanitario de Tlalnepantla funciona con irregularidades, por lo que desde hace 20 años ha recurrido a diversas instancias para su cierre, como el Tribunal Contencioso Administrativo y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, sin éxito.
Proactiva del Medio Ambiente también opera el relleno de Tepatlaxco, en Naucalpan, que ha sido cerrado y reabierto en diversas ocasiones.
El alcalde de Tultitlán, Adán Barrón, dijo que el municipio genera 500 toneladas de basura al día, que es llevada al tiradero de la Sierra de Guadalupe operado por Tecnosilicatos de México, que funciona como centro de transferencia y los desechos son trasladados a Tepotzotlán.
Agregó que “carretoneros” recogen otras 300 toneladas, sobre todo de la zona oriente del municipio, que llevan al relleno sanitario de Tultepec.
En Atizapán el gobierno municipal inauguró este mes la octava celda del relleno sanitario de Puerto de Chivos, la cual tendrá vida útil de entre siete y 10 años, y en la que depositarán hasta 500 toneladas de basura al día.
Jaime Arturo Ramírez, director de Infraestructura y Obra Pública de Atizapán, detalló que la nueva macro celda se ubica en 2.5 hectáreas y una profundidad de 37 metros, y recibirá 400 mil metros cúbicos de basura.
Expresó que el sitio recibirá únicamente basura de Atizapán.
“Se ha hecho poco por la basura”. En febrero del 2000 la entonces Secretaría de Ecología del gobierno estatal recorrió nueve tiraderos a cielo abierto en coordinación con la agencia alemana GTZ.
El documento Informe del recorrido a nueve tiraderos de la zona conurbada del Estado de México, a cargo de Ullrich Lottner, del Bayrisches Landesamt für Umweltchutz (institución técnica de la Secretaría de Ecología del estado de Baviera en esa época).
El informe concluyó que seis tiraderos probablemente recibieron residuos tóxicos; el de Zumpango contaminaba mantos freáticos y el de Ecatepec estaba sobre una falla geológica.