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Mientras Panti juega en las áreas verdes del Centro de Transferencia Canina del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, ayuda a mejorar la vida de otros animales rescatados.
La cachorra fue hallada en la estación Pantitlán, tiene aproximadamente dos años y es la encargada de dar la bienvenida a todos los animales que llevan a este sitio, explicó Katia Hernández, su cuidadora. En el centro ha recibido alimento, atención médica y cuidados de todo tipo.
Un mural en la pared representa a la perrita. Aunque la idea es que los canes sean adiestrados para que puedan integrarse a una familia, Panti no está en adopción; se decidió que el Centro de Transferencia sea su hogar.
En este sitio los canes se recuperan del estrés al que fueron sometidos durante su rescate, juegan con los visitantes, y son cuidados por personal del STC, cuyo personal de Recursos Humanos se encargó de revisar los perfiles de sus trabajadores para elegir a los más aptos para operar el lugar.
“Se vuelve necesidad que esos canes no sólo sean rescatados, sino que tengan una estadía óptima mientras son adoptados”, señaló Miguel Ángel Valdés Mejía, del área de Almacenes y Suministros del sistema.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Valdés explicó que tomó seis meses abrir el lugar desde que “empezamos a indagar cómo lo vamos a hacer, en dónde lo vamos a hacer”.
El martes 18 de julio, el Centro de Transferencia Canina, ubicado en las inmediaciones de la estación Rosario, que conecta a las líneas 6 y 7, fue inaugurado por Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno capitalino, y Jorge Gaviño, director del Metro.
Édgar Alfredo Abarca, de la Coordinación de Protección Civil del STC, señaló que con el último rescate suman 45 en lo que va del año.
Al momento 17 perros viven en el Centro de Transferencia Canina; sin embargo, éste está diseñado para recibir hasta a 120.
Abarca detalló que en las instalaciones también han sido hallados gatos, gallinas, zarigüeyas y hasta serpientes. El centro sólo está adaptado para atender caninos, por lo que las otras especies son entregadas a la Brigada de Vigilancia Animal de la Secretaría de Seguridad Pública para que sean reintegradas a su hábitat o canalizadas a organizaciones.
Aunque algunos de los animales en peligro ingresan por agujeros a la red de transporte, el funcionario de Protección Civil argumentó que otros son dejados por quienes los cuidaban: “Hemos encontrado perros en cajas y amarrados en los vagones”.
Miguel Ángel Valdés contó que el centro fue abierto gracias a las donaciones y que hay un convenio con la Universidad Autónoma Metropolitana para que estudiantes de veterinaria presten su servicio social allí.
Integrantes del Instituto de la Juventud serán los encargados de visitar los hogares adoptivos de los peludos (cuyos dueños podrán acudir al centro, llenar una solicitud y, tras ser sometidos a investigaciones para garantizar el bienestar del animal, llevarse un nuevo amigo a casa), a fin de verificar las condiciones del canino.