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“Cuando se publicó el boleto, estaba en Santiago de Chile, recibía llamadas para entrevistas y se armó una espléndida euforia alrededor de una imagen pequeñita”, narra en entrevista con EL UNIVERSAL el diseñador argentino Jorge Alderete, quien ilustró el boleto conmemorativo del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro número 179, que llevó por nombre Mi mercado y alcanzó un tiraje de 10 millones de unidades en octubre de 2015.
La anécdota de Jorge se suma a las de Alberto, Jesús, Emiliano y Leticia, coleccionistas de estos pases que, aunque divergen, todos tienen una historia que contar alrededor de estos pequeños pedazos de cartón cuyo precio en taquilla es de cinco pesos, pero entre los “cazadores” puede alcanzar hasta los 3 mil.
Pese a la inclusión del mundo digital en nuestra vida diaria, el boleto es el preferido de 55% de los usuarios del Metro en comparación con el uso de la tarjeta multimodal, aseguró Jorge Gaviño, director del STC, e n junio pasado.
El primer acceso al Metro, en 1969, fue con una estampilla y no con un boleto, pues el uso de éste data de 1970 y fue el de Benito Juárez, en blanco y azul. En ese entonces, la línea inaugural fue la 1, de Zaragoza a Chapultepec.
Durante la época de crisis en México, en 1986, el STC cambió quincenalmente el diseño como una forma de ahorro presupuestal. Imprimió boletos por colores, los enumeró del 00 al 50 y llevaron por nombre “abono de transporte”.
Desde el inicio de operación, el diseño está a cargo de Corporación Mexicana de la Impresión (Comisa), que plasma los logotipos de las instituciones y para lo cual sigue un proceso basado en la supervisión de la tira magnética, la serie y los números romanos que aparecerán en la cara del boleto; en esta última fase surgen los tickets con cifras capicúa (que se leen igual de izquierda a derecha y a la inversa) y para los coleccionistas es como encontrar la suerte. Aparecer en el boleto del Metro no es algo imposible, pues cualquier dependencia gubernamental, educativa o de la iniciativa privada puede solicitar —mediante un oficio— la impresión de algún boleto conmemorativo alusivo. Diseñador del cartel del Vive Latino (2012) y de la portada del CD de Lost Acapulco, por mencionar algunas de sus obras, Jorge Alderete explicó que fue a través de Gran Salón, una feria de ilustración contemporánea, que desarrolló su diseño, “fue de un día para otro” y el impacto que tuvo le sorprendió porque se percató de que las personas sólo bajaban a las taquillas por el boleto.
Según datos obtenidos por este diario vía transparencia, el presupuesto destinado a las tarjetas y boletos para este 2017 es de 70 millones de pesos, que se reparten entre diseño, fabricación e impresión.
En 1969, el precio de la estampilla para abordar era de 1.25 pesos y se mantuvo por casi 20 años. En toda su historia, el costo ha sufrido 11 ajustes, siendo el de 2013 el más reciente cuando alcanzó los cinco pesos y sigue vigente.
Facebook los une
Reunir absolutamente todos, conseguir los más viejos, intercambiar y conservarlos es lo que une a los Coleccionistas de Boletos del Metro, que aunque comenzaron a reunirse en los 90 fue hasta 2011 cuando crearon una página de Facebook, pese a haberlo hecho antes en otras plataformas. Ahí coordinan actividades en torno al Metro, el boletaje, su historia y su gente.
En conversación con este diario, Alberto González, administrador de la página, comenta cómo se unen personas de diversas edades y zonas de la CDMX. “Todo empezó porque muchos los han coleccionado desde siempre y ahora encontraron a personas como ellos, otros los coleccionan por la tira magnética (pues cambia el ancho y tonalidad), otros por acontecimientos importantes, aunque la mayoría lo hace por los diseños. En lo personal, los colecciono porque me dan historia”.