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No tenían muy claro para qué eran las mesas y las decenas de cajas, pero todos ellos se formaron. Niños disfrazados, así como adultos y familias completas se apostaron frente a las vallas a la espera. “Dicen que van a regalar pan pero no lo sabemos”, comentaban.

Como parte de las actividades por el Día de Muertos, se había anunciado el reparto de panes en el Zócalo de la Ciudad de México; sin embargo, de último minuto el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera decidió salir de su oficina para entregar de propia mano las piezas azucaradas.

Apresurados, una decena de brigadistas de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) formaron una cadena humana, por la que desfilaron las cajas en las que se leía “Rosca de Reyes”, pero lo que en realidad almacenaba eran los cráneos y huesos elaborados con harina y mantequilla.

De inmediato el olor a pan de muerto inundó la Plaza de la Constitución y la fila de espera comenzó a crecer.

Se alistaba la entrega de 30 mil piezas que fueron otorgadas por la Cámara Nacional de la Industria Panificadora (Canaimpa).

Entonces salió el Jefe de Gobierno, asustando a su paso… Con la mitad del rostro pintado en tonos blancos y negros, simulando una calavera, repartió saludos, besos y selfies a lo largo de la fila de espera.

Y comenzó la entrega. Desde el municipio de Nezahualcóyotl, en el Estado de México, llegó María Luisa acompañada de sus dos hijos.

Arribó al Zócalo con la intención de visitar la mega ofrenda, pero al enterarse de los panes gratis no lo dudó en formarse. “No sabía, venimos a ver las ofrendas, vimos esto y nos acercamos, de casualidad. [El pan] a mis niños sí les gustó”, dijo.

“Está bueno y las ofrendas están bonitas”, agregó el pequeño Mario quien no dudó en dar una tremenda mordida a su pan.

En el reparto de panes también participaron el secretario de Desarrollo Social, José Ramón Amieva y el titular del DIF de la Ciudad de México, Gamaliel Martínez Pacheco, quienes también aparecieron con sus
rostros pintados.

Con guante y servilleta, durante casi 20 minutos, el Jefe de Gobierno entregó cada una de las piezas, posaba para la foto y continuaba con el reparto. Trabajo que más tarde y durante casi tres horas realizaron brigadistas de desarrollo social.

Esthela Castañeda, vecina de la Lagunilla acudió ayer al Zócalo buscando tela y se encontró con panes de muerto. “No sabía, venía a comprar tela y nos enteramos que iban a obsequiar pan. Está rico, muy delicioso”, expresó sobre el manjar.

Su hermana, Margarita, antes de dar una opinión decidió dar buena mordida. “Muy exquisito, hay que seguir la tradición”, dijo.

Mientras que Don Juan quitaba los huesitos azucarados.

Para este miércoles el regalo de los panes seguirá. La Canaimpa entregará otras 30 mil piezas en el Zócalo, en punto de las 12:00 horas y hasta que
se terminen.

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