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david.fuentes@eluniversal.com.mx
El departamento 401 del edificio marcado con el número 1909 en la calle Luz Saviñón, en la colonia Narvarte se encuentra con sellos de la Procuraduría capitalina y las ventanas cubiertas con cartones. Ahí se registró el múltiple homicidio de la activista social Nadia Vera; Yesenia Quiroz, de 18 años; la colombiana Mile Virginia Martín; la empleada doméstica Alejandra Olivia Negrete Avilés, y del fotógrafo Rubén Espinosa, que generaron un gran revuelo.
A un año de distancia son pocos los avances en la investigación, según refiere la abogada de Nadia y Rubén, Kala Michel Salas.
Asegura que hasta el momento se desconoce el móvil del quíntuple asesinato, el arma homicida aún no aparece y las pruebas periciales de la procuraduría capitalina refieren que ni Daniel Pacheco, Abraham Torres y César Omar Martínez accionaron un arma de fuego y que están internados en el Reclusorio Oriente.
Otro hecho que no han podido explicar las autoridades encargadas del caso es qué paso con el automóvil Mustang, propiedad de Mile Virginia, que desapareció durante cuatro horas, pues en él escaparon los presuntos homicidas.
Todo esto aunado a los tres juicios de amparo que promovieron los inculpados, alentaron el juicio penal que se les sigue en el Juzgado 25 de lo Penal, con sede en el Reclusorio Oriente.
Familias de las víctimas demandan que se compruebe científicamente quién, por qué y cómo fue que los asesinaron; pero, al mismo tiempo, precisan que no quieren que haya “chivos expiatorios”.
Sobre estas preguntas la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de la Ciudad de México no ha dado una sola respuesta.
“Hay varios temas pendientes que la procuraduría no quiere investigar; por ejemplo, hay un cuarto ADN de un hombre que no corresponde a los detenidos o a Rubén, esa muestra estaba en una cuerda que usaron para matar a Mile, faltan muchas horas donde el vehículo desapareció, no han demostrado qué se robaron, no han hecho nada y así quieren que nos quedemos conformes y creamos que el crimen ya se resolvió como para cerrarlo”, cuestiona una de las familiares de a activista Nadia Vera.
EL UNIVERSAL solicitó a la procuraduría local de manera formal entrevistas sobre el caso y a la fecha no han contestado.
Se dicen inocentes
Los detenidos Daniel Pacheco Gutiérrez, Abraham Torres Tranquilino y César Omar Martínez Zendejas, mantienen su versión de que el día de los hechos los tres estuvieron en el departamento pero ninguno accionó el arma homicida; es decir, están en prisión porque el día de los hechos estuvieron en la habitación de la que sustrajeron varias maletas y objetos de las víctimas, así como también la cantidad de seis mil pesos y el automóvil de la mujer de origen colombiano; pero por el homicidio hasta el momento no se ha comprobado sus responsabilidad.
Los tres sujetos fueron captados por las cámaras de seguridad y cuyas imágenes sirvieron para identificarlos días después.
Tras las rejas, Abraham, Omar y Daniel se dicen inocentes y “chivos expiatorios”, luego de que la Procuraduría aún no demuestra científicamente quién de ellos los asesinó, así como también quién fue el autor intelectual.
David Peña abogado de Yesenia, manifestó su preocupación porque en cualquier momento se pueda cerrar el caso, sin que tenga preciso el móvil de los hechos.
Durante estos 12 meses del proceso legal se han celebrado 20 audiencias en el juzgado 25 penal, con base en los expedientes 129/2015 y sus acumulados 139/2015 y 149/2015 por los delitos de feminicidio agravados —diversos cuatro—, homicidio calificado, robo agravado en pandilla, así como robo agravado de un vehículo estacionado, los imputados a la fecha aún tienen pruebas pendientes por desahogar; en este sentido, el juzgado que lleva el caso dio a conocer que a Daniel Pacheco Gutiérrez le falta por desahogar documentales a registros de entrada y salida de vehículos de la Unidad Conjunto Habitacional Cuemanco, del 4 de agosto de 2015.
Mientras que en el caso de Abraham Torres, el ex policía, ya se presentaron todas las pruebas en su contra, aunque él afirma que es inocente de lo que se le acusa.
Respecto al procesado César Omar Martínez, de éste se encuentran pendientes de procesar dictámenes terceros en discordia en materia de criminalística de campo y otro de identificación humana; es el único que cuenta con un abogado particular y ha pagado la realización de peritajes independientes que le permitan demostrar que no estuvo en el lugar de los hechos como se lo imputa la procuraduría capitalina.
Respecto a la denuncia de tortura hecha por Daniel Pacheco Gutiérrez, ya concluyeron dos dictámenes de los profesionales en la materia que fueron designados, los cuales negaron la existencia de golpes o “presión” que demostraran que bajo presión él se inculpara. Por otra parte, está pendiente la emisión de un dictamen en materia de medicina forense.
Abraham Torres también denunció ser víctima de tortura y en audiencia de ampliación de declaración dos peritos emitieron sus dictámenes y se encuentra pendiente la rendición de otro más en materia sicológica.
Con relación a los amparos que promovieron, se dio a conocer que Daniel Pacheco interpuso un juicio de garantías en contra de la resolución emitida por la Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia capitalino, el 29 de marzo pasado y derivada del recurso de apelación interpuesto por la defensa pública de dicho procesado en contra del auto de formal prisión emitido el 13 de agosto de 2015.
Asimismo, queda pendiente de resolución el juicio de amparo que fue interpuesto por César Omar Martínez en contra del auto de formal prisión, de fecha 18 de septiembre de 2015, dictado por el Juez Séptimo Penal en la capital del país. En ambos casos acusan que hubo detención arbitraria por parte de las autoridades.
El evento ya está olvidado: vecinos
Afuera del edificio marcado con en número 1909 de la calle Luz Saviñón ya no hay altar, veladoras, fotografías o cualquier cosa que recuerde el evento que estigmatizó a la Narvarte. Vecinos del departamento 401 no quieren hablar o recordar lo sucedido, los empleados de las tiendas aledañas renunciaron hartos de los cuestionamientos de curiosos que pasaban y preguntaban si ahí ocurrió el multihomicidio.
El departamento continúa asegurado por la procuraduría local, nadie puede entrar ni habitarlo, lo que le ha generado pérdidas económicas a los propietarios, quienes simplemente omiten hablar del tema. Afuera todo parece normal, la gente camina a paso veloz y ni si quiera voltean a ver el departamento que a lo lejos se distingue por los cartones que tapan las ventanas, de esta manera no se ve nada al interior.
“Eso fue el año pasado, nosotros seguimos nuestras vidas y esperamos que la familia de estos jóvenes también hagan lo suyo. En ocasiones vemos que llegan peritos y policías al edificio, pero no sabemos lo que hacen: entran, se están un rato y luego se van, vuelven a colocar los sellos y listo, es todo lo que vemos.
“Ese evento lastimó mucho al edificio y a todos los vecinos, nuestros amigos y familiares se preocuparon mucho, nosotros también, hasta apenas hace poco aún piensan que pueden venir otra vez esos hombres y tratar de intimidar a quien vio o escuchó algo, pero como ya le dijimos a los policías, ese día nadie se dio cuenta de nada, de echo dos de los que vivían aquí el año pasado cambiaron de residencia”, comenta uno de los vecinos del departamento, quien pidió el anonimato.
Tras el incidente los administradores del lugar mejoraron la vigilancia del edificio, renovaron las cámaras de vigilancia, los sistemas de entrada y salida, así como las revisiones a personas que buscaron rentar alguno de los departamentos, puros conocidos o recomendados directos de los mismos moradores, también aumentó la presencia de policías en la colonia, hay más patrullajes y rondines que se reflejan en la baja de la incidencia delictiva en la Narvarte, según datos de la Secretaría de Seguridad Pública.
“Yo tengo apenas cuatro meses trabajando aquí. Los que trabajaban antes se fueron, todos llegaban a preguntar qué había pasado en el departamento, los policías les preguntaban si sabían algo, si ese día escucharon algo y eso les dio miedo y los cansó”, narra don Pepe, empleado de la papelería contigua al edificio.
Privilegios en la cárcel
Los imputados en el caso de la Narvarte tardaron tres meses en ser respetados en la cárcel, la fama que les dio cuando se enteraron “el trabajo” que hicieron para estar tras las rejas fue suficiente para ganarse un respeto del resto de los convictos, el sólo relacionarlos con el cártel de Los Zetas ayudó incluso a que empezaran a recibir privilegios. Ahora Daniel, Abraham y Omar viven todo su proceso penal en el área cuatro del reclusorio Oriente, considerada como VIP.
Están en la zona de los políticos influyentes, empresarios poderosos y todo aquel que puede pagar el alejarse de la población común. Ahí los tres se mueven tranquilos, aseguran los custodios que no dan problemas, no piden gran cosa y quien parece disfrutarlo más es Daniel, el primero de los detenidos por el incidente.
Las pláticas o entrevistas con medios de comunicación están prohibidas —fue parte del acuerdo de las autoridades para estar en este lugar— por lo que no son molestados sobre lo que hicieron. Los abogados de oficio de Daniel y Abraham parecen no tener prisa por resolver la situación jurídica de sus defendidos, pues platican con ellos en ocasiones una vez al mes, sólo para comentarles que todo sigue igual y que no los han encontrado culpables.
Quien parece más inquieto es Omar Martínez, El Omarcito, a el lo defiende su esposa, quien es abogada. No habla nada sobre el tema, trata de mantener un bajo perfil y es el que más amparos ha promovido; incluso, entre los pasillos del penal murmura que alcanzará la libertad este mismo año, pues legalmente no hay nada que lo vincule con el multihomicidio.
La platica entre ellos es formal, al Omarcito se le ve a parte, marca su distancia con Daniel y Abraham, a quienes pareciera que les gusta estar tras las rejas sin presiones y sin que nadie los moleste, esto mientras su situación se define.
“Muy latosos no son, el más tranquilo es Omar. El que se ve que le vale todo esto es Daniel, se mueve como pez en el agua por aquí, es el que ya tiene amigos y aunque lo visitan muy poco, sí ha hecho más amistades aquí; el que siempre anda inquieto es el ex policía [Abraham Torres], a él si se le ve que no está a gusto.
“A él lo vienen a visitar seguido, pero no se ve tranquilo, es el que más murmura del tema, dice que es inocente, que sólo lo están culpando por algo que no hizo y así se le ve cuando le cae el veinte de que va a pasar un buen rato aquí, se queja también de que no tiene dinero para pagar un buen abogado para que lo saque rápido”, expuso uno de los celadores, que por lo menos tres veces por semana le toca vigilar a los presuntos multihomicidas de la Narvarte.
La comodidad en la que están ha logrado que nieguen cualquier tipo de entrevista con los medios de comunicación, pues a decir de los propios imputados, “no quieren hablar de más” y que esto les genere que los regresen a una celda común y corriente en prisión.