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david.fuentes@eluniversal.com.mx
Agustín Miranda y Roberto Sánchez nunca dejaron de secuestrar y extorsionar a pesar de estar en el penal que las autoridades capitalinas presumen como de “máxima seguridad”; pues desde el módulo Diamante seguían generando ingresos ilícitos, todo apoyado con sus familiares y amigos que los visitaban, así como el contubernio de custodios, quienes hacían caso omiso a los privilegios que tenían dentro de sus celdas.
La investigación que se realiza a raíz de la fuga detalla que parte del decomiso que se realizó el pasado 5 de mayo en el módulo Diamante, donde se encontraron drogas, dinero en efectivo, celulares, chips para estos aparatos y 19 hojas de la Sección Amarilla, eran de los ahora prófugos.
En aquella ocasión, según confesaron los internos, las hojas de la Sección Amarilla las ocupaban para extorsionar desde el penal a personas de otros estados y de la Ciudad de México. En la revisión se encontraron también 18 hojas de papel blanco marcadas con la leyenda “seguimiento”; según los internos, los números ahí encontrados eran a los que ya habían extorsionado o con los que tenían alguna negociación en trámite.
Producto de esta extorsión se encontraron en efectivo 15 mil 240 pesos. Sin embargo, detallaron que en ocasiones solicitaban a sus víctimas saldo para los teléfonos celulares que tenían en su poder. Las hojas de la Sección Amarilla eran de estados fronterizos como Monterrey, Tamaulipas o Ciudad Juárez, en el parte que los custodios entregaron a las autoridades se destaca que el resultado del cateo fue el decomiso de: nueve teléfonos celulares, cinco chips para teléfonos celulares, nueve manos libres, seis cables de transferencia de datos, 18 cargadores para diferentes tipos de celular, siete pilas para diferentes tipos de celular, tres USB, tres adaptadores para microSD, 19 hojas del directorio telefónico, 18 hojas de seguimiento, seis envoltorios con dosis de marihuana y dos más con dosis de lo que parece ser cocaína.
Se revisaron la zona “A” en los niveles 1º, 2º y 3º donde nadie opuso resistencia; sin embargo, custodios entrevistados y quienes pidieron anonimato detallaron que algunos reos tienen privilegios, al igual que áreas determinadas del penal, donde las autoridades del reclusorio saben que se usan tabletas electrónicas, hay televisiones de plasma e incluso Xbox.
A pesar de tener el antecedente de estar detenidos por secuestro, a los ahora prófugos nunca los vigilaron más, por lo que siguieron operando desde el penal obteniendo recursos para tejer la red de soborno que a la postre los dejó en libertad.