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david.fuentes@eluniversal.com.mx
El calvario por el que están pasando las madres de los niños, que aparentemente sufrieron abuso sexual en el Colegio Montessori Matatena, no termina. Además de lidiar con el trauma que padecen los menores, tienen que estar en las diligencias, atentas a los peritajes para que se hagan de manera correcta, atender el trabajo y los quehaceres diarios, una de las afectadas, María Tovar, acusa negligencia de la procuraduría.
La mujer cuenta en entrevista con EL UNIVERSAL, que la agresión sexual que padeció su hijo empezó desde que tenía dos años cuando no hablaba —el menor ahora tiene cinco años—, no fue hasta que se percató de “comportamientos extraños” del niño que empezaron a indagar, durante un periodo sólo dormía y vomitaba bilis, además de la nada se volvió agresivo y golpeaba los genitales de su padre y hermano.
Los pedíatras no encontraban razón de su cambio de conducta, de humor y del aislamiento en que vivía, fue hasta que el 8 de abril, en un chat de Whatsapp, que una madre alertó del abuso que vivía su hijo en el colegio por lo que cayeron en cuenta del problema.
“Mi hijo intentó aventarse del carro cuando lo llevábamos a la escuela en más de una ocasión y lo teníamos que asegurar y no entendíamos por qué, ahí nos decían que todo estaba bien y que el comportamiento era normal por la edad; en ocasiones jugaba a suicidarse, decía que quería meter su cabeza en una cuerda hasta que se pusiera morada.
“De repente tiene ataques de pánico, no quiere hablar con nadie y se sigue aislando. El niño nos contaba que todos en la escuela sabían lo que les hacían, se los llevaban en grupos de cuatro o cinco niños a hacerles cualquier cosa”, narra la madre.
En la procuraduría capitalina asegura que las diligencias tardaron hasta tres semanas en realizarse, lo que le dio tiempo al imputado, Leopoldo Rafael Duarte Pereda, de borrar y desaparecer todas las pruebas sobre el caso.
“Mi hijo detalló lo que le hacían, los obligan a desnudarse, a pegar sus cuerpos unos con otros, a poner sus manitas en la colita de los demás, a reproducir escenas eróticas, y al final a los varones los obligaban a darle sexo oral.
“Eso dijo mi hijo en la procuraduría y después nos enteramos que no lo grabaron, ahora quieren que los niños repitan eso uno y otra vez. El niño hizo varios dibujos de lo que pasaba y resulta que ese documento ahora no está; el domingo nos dijeron que sí había elementos, luego nos enteramos el lunes que siempre no, le están dando tiempo al culpable para escapar”, señaló la mujer.