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Cuando Dioceline Fuentes tenía 14 años, su madre, Carmen Cruz, falleció a causa de una infección en el cerebro luego de someterse durante tres meses a hemodiálisis. Antes de morir dejó hecho un testamento en el que estipulaba que sus dos bienes —una casa y un terreno— quedarían a nombre de su abuela, y aunque estaba claro que ambas propiedades serían de su hija, nunca realizó el cambio que hubiera evitado problemas en la vida de su única descendiente.
Ahora Dioceline tiene 21 años, de los cuales ha dedicado cuatro a intentar reclamar los bienes que quedaron a nombre de su abuela. Tras la muerte de su madre, Dioceline se enfrentó a varios problemas con su padre, quien a pesar de estar con su madre en el lecho de muerte se casó un año después, “mi papá reclamó los papeles, pero mi abuela no quiso dárselos”, contó Dioceline.
Fue entonces cuando su abuela comenzó a hacer el trámite para dejarle las propiedades, pero no como testamento sino a manera de donación. Sin embargo, pararon el trámite debido a que su abuela ya estaba grande y no tenía suficientes recursos para concluirlo, por lo que sólo logró hacer la donación de la casa.
Cuatro años después de la muerte de su madre, Dioceline enfrentó el fallecimiento de su abuela a causa de un derrame cerebral. Para entonces, los problemas con su papá fueron mayores, pues quería que las propiedades quedaran a su nombre. “Mi papá formó una familia propia. Tuvimos muchas peleas desde que él se casó, quería que le diera el terreno para poder vivir con su mujer, yo me negué y se enojó conmigo”, detalla Fuentes.
“El problema de todo esto fue por mi mamá, pudo haber hecho cambio en alguna de las tantas veces que fuimos cerca de la notaría, antes de que su salud se lo impidiera. Tiempo hubo, pero nunca lo hizo. Desde que la persona que debió haber hecho las cosas bien falta, todos los demás se ven perjudicados”, dijo Dioceline.
Los problemas con su padre incrementaron y al no tener su apoyo se fue a vivir con una tía. Hasta ahora, Dioceline no ha finalizado el traspaso del terreno a su nombre, lo que resta por hacer es que sus tíos acudan con el notario y revoquen su interés por el terreno, pero debido a sus actividades diarias y lugares de residencia, no ha sido posible. Han pasado tres años desde que está con ese pendiente y no logra concluirlo.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Héctor Galeano Inclán, presidente del Colegio Nacional del Notariado Mexicano (CNNM), aseguró que “este trámite está inmerso en algo más grande que es la cultura de la prevención, es un método para ir resolviendo temas futuros”.
El caso de Ana Garcés se remonta a 1988. Cuando ella comienza a contar su historia, lo primero que dice con pesadez es: “Está historia es muy larga”. Su papá murió sin dejar un testamento y debido a eso debió enfrentarse a un juicio que duró seis años.
Si bien concluir un juicio intestamentario comúnmente lleva de dos a tres años, nada garantiza que no pueda extenderse por más tiempo. Durante el proceso hay que acudir al juzgado a comparecer y declarar acerca de los bienes en distintas ocasiones.
Como el caso de Ana, en la Ciudad de México se tienen registrados un total de 44 mil 438 juicios intestamentarios de diciembre de 2010 a julio de 2016, de acuerdo con las cifras reportadas por los Juzgados Familiares de primera instancia del Tribunal Superior de Justicia local.
“Nadie estaba preparado para eso, no sabíamos bien qué hacer, yo era adolescente. La cuestión fue que, meses antes, mi papá apalabró la venta de unos terrenos”, comenta Garcés.
Durante ese tiempo, junto con su madre y hermano, tuvieron que cubrir una serie de trámites en los que investigaron si había más esposas o más hijos y cuáles eran los bienes que disponían. “Mi caso fue tortuoso, porque hay un juicio durante el que hay que ir a declarar, comparecer y hacer un inventario de bienes”. Una vez concluido, su mamá pudo hacer un testamento en el que heredó los bienes a sus hijos. Al fallecer ella ambos se quedaron con la idea de que no hacía falta hacer otro trámite.
Sin embargo, años después, al intentar vender las propiedades heredadas, no pudieron hacerlo debido a que no contaban con título de propiedad. “Del expediente que teníamos perdimos varios papeles y recuperarlos requiere otros trámites, por eso no pudimos solicitar el título de propiedad para poder venderlos”, aclaró Garcés.
Hasta el momento Ana se encuentra en la espera de recuperar el expediente completo del juicio de intestado para adquirir el título de propiedad con el notario. “Es una cadena que vas arrastrando, fue un proceso que empezó legalmente en 1989 y aún no termina, claro que también por una omisión nuestra”, reflexiona Garcés.
Como relató el presidente del Notariado Mexicano, de no existir un testamento “se siguen dos procesos que naturalmente incluyen mayor tiempo y costos, además del duelo por el fallecimiento del familiar”.
En promedio, un Juzgado de lo Familiar recibe al día 20 casos por intestados y, de acuerdo con la Sexta Encuesta de Servicios Notariales de la Ciudad, hasta el año 2015 sólo 15% de la población en edad de realizar este trámite contaba con un testamento.
Del alrededor de 85% restante, 34% mencionó que se debe a que no hace falta, en segundo lugar porque no tiene propiedades con 16%, mientras que en tercer lugar respondieron que este trámite es muy caro.
Al respecto, Galeano Inclán comenta que durante su trayectoria como notario a menudo se ha encontrado con el mito de que “al mexicano le gusta jugar con la muerte” entonces, “pensamos ‘si yo hago mi testamento me voy a morir, porque me estaría echando la sal a mí mismo´”.
¿Cómo realizar el trámite?
Puede realizarse desde los 16 años, para iniciar el proceso “lo único que se necesita es la voluntad del testador y un documento de identificación oficial para acudir con el notario”, detalló el presidente del CNNM.
Se llevan a cabo dos entrevistas de aproximadamente una hora con el notario, en la primera, se revisa la situación personal y familiar del testador: estado civil, hijos, demás descendencia, así como sus bienes.
“El notario tiene que jugar un poco de abogado del diablo y preguntar qué pasaría en caso de que los herederos no estuvieran vivos, hasta llegar al momento en que el testador presume que de no haber beneficiario alguno no importaría a quien pasen los bienes”, explicó Galeano Inclán.
En la segunda entrevista, toda vez que el notario realizó el instrumento, puede firmarse y queda registrado en el Registro Nacional de Avisos de Testamento (RENAT), una base de datos a nivel nacional. Se pueden realizar distintos testamentos y el último registrado es el que se toma en cuenta.
Septiembre, Mes del Testamento
La campaña Septiembre, Mes del Testamento, fue una iniciativa a nivel nacional lanzada por primera vez en 2003 por el CNNM a la que se sumó la Secretaría de Gobernación.
La iniciativa tiene como objetivo fomentar la cultura jurídica de prevención y crear conciencia de la importancia que tiene otorgar un testamento en vida. Durante este mes las notarías amplían sus jornadas de trabajo y los notarios reducen sus honorarios hasta 50%. El resto del año, el costo oscila entre los tres mil 500 y cuatro mil pesos, mientras que durante el mes de campaña se reduce a mil 900 pesos en la capital del país.
En septiembre, los notarios reciben a los interesados que acuden a una primera cita. “Les damos seguimiento para que si una persona acudió a una primera entrevista en septiembre, y regresa al mes posterior, se le dan los mismos beneficios”, preciso el también notario 133 de la ciudad.
Héctor Galeano informó que esta campaña ha tenido una respuesta favorable, “del total de testamentos que se otorgan al año, 30% se realizan entre los meses de septiembre y noviembre”.
De cara a la campaña de este año, el Notariado Mexicano lanzó la convocatoria, “Primer Concurso de Video Universitario Septiembre, Mes del Testamento” que pretende darle un giro a este tema y que sean los jóvenes quienes trasmitan este mensaje.
“Porque serán los jóvenes quienes el día de mañana otorguen un testamento, queremos que se involucren”, concluyó Galeano Inclán.