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Manú nació el 28 de enero, un día antes de la explosión en el Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa. Sobrevivió. Cassandra, su madre, lo protegió cuando el techo colapsado cayó sobre ellos; su cuerpo fue el escudo.
El rostro de la joven se fracturó, hoy se recupera del implante de una placa de titanio. Una de las huellas de la tragedia que no cesa: la empresa Gas Express Nieto ofrece una indemnización irrisoria que ni siquiera cubre los primeros tratamientos que necesita.
Cassandra estaba por dejar el hospital después de haber dado a luz cuando escuchó a una enfermera decir que había una fuga de gas.
“Otras enfermeras entraron a la habitación para decirle a las pacientes que permanecieran en sus camas, que no prendieran ninguna luz pues podrían ocasionar alguna chispa. Una de las mamás fue al baño, y fue cuando (suponen las sobrevivientes) vino la explosión”, narra a EL UNIVERSAL José Miguel Venegas Reynaga, su esposo.
La joven aún está en recuperación y tiene problemas para expresarse debido a las heridas y fracturas en su rostro.
Cassandra, quien era demostradora de productos de belleza, hoy tiene una placa de titanio en el pómulo derecho que le cubre parcialmente una fuerte hendidura en el rostro. Del otro lado del pómulo también tiene suturas y grapas; tuvo desprendimiento de retina y varias heridas abajo de sus ojos que le han dejado cicatrices.
Evita ver su reflejo. Desde el día del accidente evita verse al espejo. “Está malhumorada, irritable, triste, llora mucho... es normal”, comenta José Miguel; las marcas en su rostro la han afectado muchísimo.
“La veo muy golpeada en su moral, ella era muy vanidosa, muy cuidadosa con su aspecto físico y sin duda requiere atención sicológica. La PGJDF nos ha ofrecido este apoyo pero tendríamos que acudir al Centro de Apoyo Socio Jurídico a Víctimas del Delito Violento, que nos queda lejos de casa, y ambos sin empleo —pues él perdió el trabajo ya que ha tenido que cuidar a sus tres hijos de tiempo completo—, no podemos darnos el lujo de recorrer esas distancias por los costos en trasporte que esto implica”, explica.
Mientras tanto, Cassandra y su familia han encontrado la esperanza de que una cirujana plástica del Hospital ABC, reconstruya su rostro. La especialista, cuyo nombre prefieren omitir, no ha cobrado ninguna de las consultas a las que ha asistido.
Anette Cassandra Rodríguez tiene 26 años y es madre de tres hijos: Itan Gael de 7 años, Alika Luann de 4 años, y Manú, quien nació el pasado 28 de enero. El día de la explosión, ella lo protegió con su cuerpo, pero el techo les cayó encima fracturándole el rostro y su brazo izquierdo.
El diagnóstico de la cirujana plástica indica que Cassandra necesitará de seis a ocho sesiones de láser, cada una con un costo de 6 mil pesos, y aproximadamente cinco sesiones de ácido hialurónico, que son implantes de relleno que permitirán restaurar las cicatrices y hendiduras de su rostro. Estas intervenciones tienen un costo aproximado de 50 mil pesos.
“Sin embargo, Gas Express Nieto, la empresa responsable de la explosión, nos está ofreciendo una cantidad como indemnización por los daños que ni siquiera alcanza para esta primera etapa de reconstrucción estética”.
Cassandra y Miguel están en desacuerdo con la cantidad que ha ofrecido Gas Express Nieto como indemnización, y si bien han recibido el apoyo de la Procuraduría General de Justicia del DF “ya van cuatro audiencias de mediación en las que no logramos ponernos de acuerdo con los abogados de la gasera. La aseguradora de la empresa no nos ofrece nada; esta cuarta audiencia fue un desastre”, comenta José Miguel. Cassandra ha estado presente en las audiencias, pero la actitud de la compañía la afecta.
Sin acuerdos. “El daño e indemnización ha sido cuantificado por nuestros asesores en base a la Ley Federal del Trabajo. Aunque unos días después de la explosión un abogado de Gas Express Nieto, quien se negó a dar su nombre, habló a la casa para ofrecer una cantidad irrisoria; no aceptamos y colgué… esperamos que en las audiencias con la PGJDF se resuelva”.
José Miguel detalla que la aseguradora de la empresa “nos ha dicho que solo indemnizarán alrededor de 40% de heridas de Cassandra. No aceptamos esa cantidad, pues ellos deben reparar el daño en su totalidad”.
“La PGJDF nos ha apoyado aunque el proceso ha sido lento, pues somos más de 70 las personas afectadas que estamos acudiendo a juntas de mediación que además son individuales”, comenta José Miguel, quien en estos días ha vuelto a salir a la calle a solicitar trabajo.
“No hemos recibido ninguna compensación, ningún apoyo económico y todos los gastos han salido de nuestros bolsillos, salvo los gastos de los dos hospitales públicos donde atendieron a Cassandra”, relata.
“Nos han dicho que las cirugías reconstructivas ya no pueden ser atendidas en ningún hospital público, hemos tenido que buscar en privados y por ahora sólo contamos con una primera sesión de láser y ácido hialurónico que deberán ser aplicados en dos semanas; Cassandra utiliza una pomada, tres veces al día, que cuesta 400 pesos y no dura nada”, lamenta.
Cassandra no quiere ver a nadie, ni siquiera a su familia. A hermanos, sobrinas, y padres les ha pedido que comprendan y respeten su decisión. “El ambiente en casa es tenso, nada es igual”, concluye José Miguel.