TOMA NOTA. A diferencia de lo que muchos creen, los famosos omegas no son vitaminas, son un tipo de grasa insaturada contenida en alimentos, a las que se les ha otorgado el reconocimiento de “ grasas buenas ”. Las grasas son combinaciones de muchos ácidos grasos diferentes y se clasifican de acuerdo a su saturación, Mientras más saturadas, más sólidas son a temperatura ambiente y, por lo tanto, resultan más dañinas al organismo. A las grasas mono y poliinsaturadas, es decir, a los omegas 3,
6 y 9, se le atribuyen efectos benéficos a la salud.
No todo lo que brilla es oro
En los últimos años se ha dicho —y se ha escrito— mucho sobre los ácidos grasos, comúnmente conocidos como “omegas”. Seguramente has escuchado hablar maravillas de estas sustancias y, en efecto, éstas ejercen un beneficio significativo a la salud. No obstante, es necesario aprender a diferenciar entre los tres tipos de omegas que existen, sus fuentes alimentarias y el balance que debe haber entre ellos.
Al comprar un suplemento de omega 3 considera que:
El suplemento no sustituye una dieta correcta. No existe ninguna cápsula que te permita comer tacos de chicharrón con longaniza cuando tienes el colesterol elevado.
Vienen en diferentes dosis y tipos.
No siempre tienen un buen balance de ácidos grasos o contienen diferentes ingredientes. Consulta con un profesional cuál es el indicado para tí.
Revisa la etiqueta nutrimental y los ingredientes del suplemento. Prefiere aquellos que solo aporten omega 3, es decir EPA y DHA.
Pueden causar efectos secundarios leves como malestar estomacal, eructos o sabor a pescado en la boca.
La ingesta diaria sugerida varía dependiendo de las características físicas de la persona, estado de salud y otras cuestiones.
En personas sanas se recomienda una ingesta de 250 a 500 mg por día y en personas con problemas cardiovasculares, de 1 a 2 g. Consumir más de 3 g puede traer efectos negativos a la salud.
Un buen suplemento de omega 3 es costoso.