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Estoy en mi escritorio pensando en la playa. Mis dedos teclean la palabra “playa” y, mientras la Ciudad de México se abochorna con el calor, el asfalto y el smog, recuerdo la alberca infinita con que me recibió el St. Regis de Punta Mita. Fue un lunes de clima templado cuando aterricé en Puerto Vallarta y, después de media hora de un trayecto por carretera, entramos a la península de Punta Mita donde se encuentra albergado el complejo que, en realidad, una descripción más precisa sería esta: paraíso de confort. Tal vez mi elección de palabras pudiera leerse excesiva pero, cuando el dilema del día consiste en decidir si deberías tomar un regaderazo en una ducha con un techo de estrellas o disfrutar del amplísimo cuarto de baño con aroma a mar y con una tina para sumergirse en agua tibia hasta quedar como pasita, bueno, para mí esto es el cielo en esta bendita tierra que es la costa del Pacífico.
Disfrutando a mordidas
Alejados de cualquier poblado, St. Regis se preocupa por ofrecer excelentes opciones gastronómicas para que el visitante, además de sentirse en casa, pueda disfrutar de la amplia variedad de sabores que ofrece la región nayarita y sinaloense. En realidad, su conjunto de restaurantes: Seabreeeze, Carolina, Marietas y el Mita Mary Boat Bistro -un pequeño fo o dtruck, que en realidad es un bote-, conforman un circuito culinario muy bien confeccionado, que va desde el finedining hasta el taco playero informal, eso sí, todo enmarcado con el cuidado y servicio personal que siempre los ha caracterizado.
Nos sentamos a la barra del restaurante Marietas. Enfrente de nosotros hay un molcajete bien servido de guacamole y totopos que, como por arte de magia, parecen nunca acabarse. Estamos con Gabriel Kolofon, chef ejecutivo del hotel, y mientras nos enseña a preparar un ceviche con un toque de leche de coco, nos cuenta sobre uno de sus ingredientes preferidos: la totoaba, una variedad de pescado de un sabor muy tenue, parecida al huachinango, actualmente se cultiva en el Alto Golfo de Baja California -junto con la vaquita marina- bajo un esquema de sustentabilidad, rescate y protección de la especie; . Gabriel apuesta a incluir en la oferta gastronómica ingredientes meticulosamente cuidados y variados, para adaptarlos a las preparaciones y al sazón de la cocina nayarita. Un ejemplo: su pescado zarandeado, que al usar esta variedad de pescado se le da al famoso platillo una interpretación personal y diferente.
El ceviche está listo y el sonido del mar adereza la vianda. Caminamos hacia la playa, donde nos espera un Bloody Mary, el trago insignia, y unos tacos estilo Ensenada. Más tarde visitaremos el spa. Repito: es el cielo en la tierra.