Seguramente en más de una ocasión, al tener una reunión en casa, hay una botella de vino que curiosamente no se terminó y que al intentar probarla te percatas de un desagradable aroma que no invita, en lo más mínimo, a probarla.Aquí te damos unos sencillos consejos para que detectes cuando no debes ingerir esta bebida.

Cualquier sommelier que se digne de serlo antes de servir el vino en copa, debe verificar la ausencia de defectos, por lo que todo anfitrión deberá hacer lo mismo con el fin de comprobar el correcto estado del líquido para disfrute de sus invitados o familia.

Corcho podrido

Por ejemplo, un defecto de los más comunes y que causa un gran dolor de cabeza a los productores, es el famoso olor a corcho podrido, humedad o moho, el causante es el Tricloroanisol, o TCA, responsable de que alrededor del 5% de la producción de vinos se vea afectada, con sus evidentes repercusiones económicas, surge a partir de una reacción química entre elementos orgánicos, conocidos como fenoles presentes en el corcho al entrar en contacto con cloro.

Olor a vinagre

Otro daño muy habitual, fácil de detectar y por el que muchos clientes reclaman la asistencia del sommelier en los restaurantes, es el comúnmente conocido como olor a vinagre, picado, agrio, originado por la bacteria Acetobacter Xylinum al atacar el vino. Las altas temperaturas, la presencia de oxígeno por falta de compresión del corcho y la baja concentración de alcohol son factores que favorecen la aparición de este defecto.
Cuando se detectan tonos en nariz que recuerdan al jerez, una tonalidad poco brillante, matices color ladrillo y no van acordes a la edad del vino, se trata de una bebida oxidada, es un néctar que ha evolucionado demasiado rápido, en nariz se presentarán aromas planos y débiles con notas ajerezadas o quinadas y gusto desagradable.

Aroma poco usual

Otro defecto muy evidente a la nariz es el olor a huevos podridos (ácido sulfhídrico), cerillo recién encendido, a azufre, este olor en caso de no ser muy intenso, es fácilmente volátil y puede llegar a eliminarse aireando el vino. Es importante observar la superficie del vino y si se detecta alguna capa ligera, blanca o grisácea, con cierta turbidez, es un defecto que se presenta cuando el mosto ha estado en contacto con utensilios de hierro, otorgándole un gusto metálico nada agradable.

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