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Las alegría de los ñañus se plasma en la vida cotidiana a través de su ropa bordada, su joyería de cuentas multicolores y la comida. En el caso del municipio de Comonfort en Guanajuato, las mujeres sellan sus tortillas con imágenes religiosas, naturaleza y vida cotidiana. Son bloques de mezquite que rescatan cuando sus prensas para tortillas ya no funcionan, las graban y heredan entre familias. Para teñir utilizan muicle hervida (una planta prehispánica medicinal) y a veces trocitos de betabel.
María del Consuelo Benencio, cocinera tradicional de Comonfort, estuvo en el Primer Encuentro de Cocineras Tradicionales de Morelos el pasado fin de semana compartiendo ésta práctica y algunos de los ingredientes y guisos locales. De frutos llevó a la pitaya salada, la cual tiene forma de piña en tonalidades cafés y verde del tamaño de dos frijoles; en su comal, además de tortillas selladas, tenía gorditas de ceniza a las cuales antes de su cocción se les integra la ceniza de la brasa a la masa de maíz. “Esto lo hacemos para purificar el alimento”, explica Consuelo, quien ha viajado a Madrid para compartir su experiencia y recetas. De sopas presentó la de olote con garbanzo y camote de azafrán. Aquí el elote se muele para después integrarse al caldo.
Una mujer no puede tenerle miedo al fuego, comenta Consuelo, es necesario verlo con respeto pero también como algo familiar porque la primera tarea para cuando se entra a la cocina es saberlo encender. Una vez que se aprende a iniciar el fuego, “hay que hablarle bonito para que levante y nunca estar de malas”. Otra de las creencias de los ñañus es que si el fuego se dirige a quien está cocinando, es augurio de mucha fortuna para la cocinera, detalla Consuelo.
Sobre el comal siempre hay una conexión con el universo, mediante el lele, una porción pequeña de masa en forma de estrella que significa bebé “porque donde hay niños, hay alegría”, explica.