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Durante el gobierno de derecha que abanderó el Partido Acción Nacional entre 2000-2012 se dieron avances significativos en varias de las modalidades del proceso migratorio (salida, ingreso, tránsito y retorno). Claros y sombras que bien que mal determinan lo que hoy tenemos de marco jurídico en la materia. Recapitulo brevemente: En esos años se intentó arrancarles a los estadounidenses un programa migratorio que se esfumó junto con el derrumbe de las torres gemelas en Nueva York (2001), se reglamentó el voto de los mexicanos que radican en el extranjero (2005) y se votó por primera vez desde el exterior (2006). De esos años, los que le corresponden a Calderón Hinojosa los marcó el asesinato de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas (2010), y en paralelo y luego de años de debate se aprobó y promulgó la Ley de Migración hoy vigente (2011). Ante el retorno de miles de paisanos desde Estados Unidos, el gobierno mexicano instrumentó algunos programas emergentes que al no buscar facilitar al máximo la reintegración de quienes regresaron al país, siguen repitiendo los mismitos obstáculos híper básicos que ya se registraban desde entonces. No se vale.
Se podría pensar que con un gobierno de izquierda encabezado por Morena el acento a favor de las personas migrantes, los derechos humanos y sobre todo, la dignidad sin reservas para cada uno, estarían a la cabeza de cualquier iniciativa en el tema. El asunto es que ya sea por los pocos meses en el gobierno, la relación con EUA que siempre es de “mírame y no me toques”, por lo incierto de la firma del nuevo tratado comercial que nos tiene en un vilo, o hasta por las ganas de sorprendernos con algo impactante como lo fue el anuncio del Plan de Desarrollo Integral con Centro América (hablaré de esto en otra entrega), lo que hemos visto hasta ahora de las autoridades encargadas, es una actitud más bien tímida, para decirlo suavecito.
Hay cosas estructurales que requieren mucho dinero, tiempo y sobre todo cambiar la correlación de fuerzas en las que la verdad, sí se necesita darle un giro al sistema neoliberal, porque nadie puede seguir creyendo a estas alturas que la migración es una cosa extraña que de repente ocurre, sino más bien, que si hay migración forzada es porque es un proceso que genera grandes ganancias al capital y le quita presión política y social a los países de expulsión. En países de alta expulsión migratoria como México, Honduras, Guatemala y El Salvador por ejemplo, sus élites económicas y sociales se codean con los más ricos del planeta, así que recursos hay en esos lugares, nomas que mal distribuidos. Cambiar esto es como tocar el corazón de un animal herido y esta bien difícil.
Hay cosas sin embargo, que sin ser simples, si son menos complicadas. Mi sugerencia es avanzarle a velocidad de rayo por lo simple y con acuerdos que se esperan de un gobierno de izquierda. Por ejemplo, lograr que ningún gobierno en este país -de ningún nivel- utilice nunca más el lenguaje de odio que refiere la nacionalidad de un criminal, lo cual no aporta nada a la investigación policiaca y si siembra un discurso xenofóbico. Dejar de hablar del problema migratorio para entender que es un proceso, y dejar la retórica que lo magnifica con imágenes como olas, tsunamis, avalanchas, hordas. Nunca describir a una persona migrante como ilegal cuando a estas alturas cualquiera ha oído aquello de “ningún ser es ilegal”, y lo obvio, porque hasta está en nuestras leyes y se ha pedido por años, dejar la detención migratoria como práctica y transformar las llamadas “estaciones migratorias” en espacios de albergue. Esto para empezar, porque lo que no se vale es que gobiernos de derecha hayan intentado algo más progresista en el tema migratorio, que lo que se espera del primer gobierno abiertamente de izquierda en la historia mexicana.
Profesora/investigadora
Instituto Mora
@migrantologos