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Rodrigo fue víctima de un asalto a mano armada en el Estado de México. Fue un viernes, no era santo, pero igual le tocó su viacrucis. Aquí la crónica de su suplicio:
“Tengo un horario de nueve a nueve, seis días a la semana. El viernes, de regreso a mi casa, pasé por una tienda de conveniencia y saliendo me amagaron con pistola. Me quitaron mi celular, mi cartera, mi compra y el coche que uso para ir al trabajo. En diez segundos me dejaron sin nada. Regresé a la tienda y el encargado llamó al 911. Ahí empezó el martirio porque uno entiende que haya delincuencia pero no se entiende la ineficiencia. El operador me ofreció enviar una patrulla que nunca llegó. Fue una pérdida de tiempo, ni rastrearon el coche, ni me sirvió de denuncia formal, ni me ayudaron. Mientras todavía esperaba a la policía, el encargado de la tienda me dijo que hacía ocho días exactamente, a la misma hora, habían asaltado a alguien igual que a mí. En lugar de consolarme, me dio más coraje.
Se hacía cada vez más noche y como a los cuarenta minutos no llegaba la patrulla, le pedí al encargado de la tienda que llamara a un amigo abogado. Él sí que llegó en cinco minutos. Comprobado, si necesitas ayuda después de un delito, más vale hablarle a un familiar o a un amigo que a la autoridad. Con él me fui al Ministerio Público. De entrada, no pudimos denunciar directamente. El funcionario de la fiscalía nos obligó llamar a Locatel para hacer un reporte previo. Ahí te dan un número de registro y número de operador que exigen en el Estado de México. En Locatel se tardaron horrores en atenderme. Me dejaban en espera treinta minutos y después se cortaba en automático. Ya que me contestaron me exigían el número de serie del coche que es un absurdo porque nadie lo tiene a la mano. Yo mismo tuve que meterme a la página del Repuve y en un minuto saqué el dato que la autoridad parece incapaz de obtener.
Sentados para iniciar la investigación en la fiscalía, el funcionario tuvo la puntada de pedirme mi identificación. Le acababa de decir que me robaron mi cartera con todo. Para no pelear, le di una copia fotostática de mi cédula profesional pero me dijo que no servía, que tenía que ser copia recientemente certificada ante notario. Era ridículo. Las cédulas ya pueden autentificarse en línea en la página de la SEP pero además, ¿a qué se debía la desconfianza? Me estaban tratando como a un delincuente. El funcionario era una joya. Cuando le dije donde había sido el robo me dijo que ubicaba perfecto el lugar porque sucede con frecuencia. En algún momento quise darle descripciones de los asaltantes pero me paró en seco, me dijo que eso era información que debía darle a la policía de investigación pero nunca me puso en contacto con ésta. Me rendí cuando me pidió copia actualizada de la carta factura del coche. Después de tres horas dentro de la fiscalía, acabé con cita para la semana siguiente. Ya estaba amaneciendo. Me fui a dormir sin coche y sin denuncia.”
…
Han pasado tres semanas del robo. Rodrigo carece de noticias y se transporta en taxi a su trabajo con un costo de dos mil pesos por semana. Sigue siendo un sufrimiento sin resurrección ni solución. A pesar de que el Código Nacional de Procedimientos Penales actual prevé métodos de denuncia flexibles, nuestras autoridades insisten en abrazar métodos medievales que torturan a los afectados y obstaculizan la persecución del crimen. Ya sería hora de acabar con estos tormentos.
Abogada