De Westminster a Washington y a Tlahuelilpan. Con una portada sombría en sus —en buena hora— sobrevivientes puestos de periódicos y revistas, el Reino Unido recibe al congelado visitante de esta temporada baja y de vísperas de apertura de cursos. La portada corresponde a su semanario insignia, The Economist, y muestra los edificios del Parlamento Británico en trazos grises, tristes, atravesados en diagonal por una irregular franja roja que se ensancha de izquierda a derecha hasta vaciarse en el Támesis. Sobre ese viejo, escindido, Palacio de Westminster, asoma la ‘cabeza’: “La madre de todos los desastres” (Mother of all messes). Arriba, una pequeña cornisa, innecesaria: Britain’s crisis, y abajo un ‘sumario’ prescriptivo: “Resolver la crisis requerirá tiempo –y un segundo referéndum”.

El artículo central relata que la madre de los parlamentos del mundo está sufriendo la madre de todas las crisis constitucionales. Y es que hace 3 años los británicos votaron en referéndum por salir de la Unión Europea, por el Brexit, pero el pasado día 15, una mayoría aplastante de parlamentarios consideró inaceptables los términos de la salida negociados con Europa a lo largo de dos años por la primera ministra Theresa May. El problema es que el tiempo corre hacia el próximo 29 de marzo en que, si no hay acuerdo, la Gran Bretaña quedaría automáticamente fuera de la Unión, conforme a la Constitución Europea, sin amortiguadores para enfrentar el previsible aislamiento político y comercial que le depararía ese horizonte. Entre otras cosas, sería el fin de la Citi como capital financiera mundial.

The Economist ‘compra’ en su ‘sumario’ la ‘solución’ propuesta por el ex premier Tony Blair: un nuevo referéndum que ahora venza al Brexit y regrese el tiempo tres años atrás, mientras otros europeístas son más escépticos: el daño ya está hecho y un nuevo referéndum llevaría la escición del Parlamento a la escición del país de las proeuropeas Escocia e Irlanda del Norte. No se habla de otra cosa al llegar a Oxford. Pero una visita a Blackwell’s, la histórica librería de Broad Street abierta en 1879, con la tradición de sus mesas de novedades conectadas a las realidades críticas del mundo, conduce al visitante a poner en plural la portada de la semana del Economist, porque allí aparecen las maternidades y las paternidades de la cadena de desastres que están cambiando al mundo en sentido contrario a los avances alcanzados en los campos de la democracia y los entendimientos internacionales las últimas décadas: de la crisis constitucional británica a la parálisis del gobierno de Trump porque el Congreso no le financia el muro en la frontera con México, a las malas señales que muestra la economía mexicana, agudizadas por desplantes y decisiones del nuevo gobierno, enredado ahora en su incapacidad para empezar por el principio la gestión de crisis de Tlahuelilpan: rendir cuentas de lo que pasó, fincar responsabilidades y dar satisfacciones a la sociedad, empezando por los damnificados.

Temario del desastre. La mesa de novedades de Blackwell’s propone, por ejemplo, para el debate de hoy, un tema presente en otras madres y otros padres de desastres mundiales en curso, como el que tratan Roger Eatwell y Matthew Goodwin en su libro del año (recién) pasado, El nacional populismo: la revuelta contra la democracia liberal (National Populism: The Revolt Against Liberal Democracy). Y se vuelven a poner en circulación títulos tan familiares como el de Archie Brown, publicado hace cinco años en inglés y el año pasado en español, El mito del líder fuerte, en traducción de la editorial Círculo de Tiza. Y ni qué decir de la nueva edición en inglés del siempre revelador The Origins of Totalitarianism, de Hannah Arendt, entre una colección de títulos sobre los más diversos aspectos del principal fenómeno generador de desastres mayores en su país y en el mundo: Donald Trump.

Cuidado. Desastres a la vista. Alertas del FMI para el México del presidente AMLO.



Profesor Derecho de la Información,
UNAM.

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