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En la vida de los países, así como la de cualquier persona existen momentos positivos de gozo y también existen momentos difíciles. La idea que algunos tienen sobre una vida exenta de fracasos y frustración suele ser lejana a la realidad. Pensar de esa manera conduce a niveles altos de frustración.
En el caso de las personas los momentos de felicidad las más de la veces son de expansión y los de dolor —bien llevados— de consolidación. Contrario a lo que el imaginario moderno propone —tan asentado en nuestra cultura— de que la felicidad se consigue en la medida en que las dificultades desaparecen, la experiencia demuestra que el verdadero gozo se consigue cuando se resiste la adversidad.
Saber adaptarse, sobreponerse y recuperarse de la adversidad es clave para una vida lograda, plena de madurez y sentido. Este saber ajustarse a las condiciones de la vida, independientemente de las contrariedades y no solo afrontarla o sufrirla es lo que se denomina resiliencia.
La resiliencia es una cualidad de sociedades que llegan a altos niveles de desarrollo. En la medida que una determinada sociedad se ajusta a las circunstancias difíciles y se recupera de ellas es la velocidad en que consigue su pleno desarrollo.
La resiliencia es también un rasgo importante de la personalidad para quien desempeña funciones de gobierno. De su ejercicio depende la toma asertiva de decisiones y la estabilidad en el rumbo. Del ejercicio de la resiliencia del gobernante también depende la manutención del ánimo y las energías vitales de los gobernados.
Hace años circuló un documental basado en la idea de que el éxito se consigue a través del segundo esfuerzo, esfuerzo que se realiza cuando aparentemente el primero fue un fracaso. Naturalmente el segundo esfuerzo cuesta más que el primero: tuvo que haber aceptado el fracaso inicial y tiene que adaptar su enfoque a una realidad difícil, sin embargo es el más certero y la clave de consecución de resultados.
El segundo esfuerzo es propio del ejercicio de la resiliencia: el adaptarse a la adversidad, sobreponerse a ella y superarla, comprender que las metas no se consiguen de inmediato sino que suponen un ejercicio continuado no exento de equivocaciones y fracasos.
Nuestro país está atravesando momentos complejos de transición, descubrimos que somos víctimas de una situación muy compleja en materia de seguridad y justicia, que la corrupción galopa por todos lados y que el futuro es irredimible. Una situación de esta naturaleza solo es superable enfocando todos los esfuerzos de la sociedad y del gobierno hacia el bien común y solo se alcanza en la medida en que estemos unidos en la búsqueda de soluciones.
En el ánimo generalizado no se han considerado los logros que hemos tenido en distintos ámbitos como el económico, el político y el social. No se ha terminado de valorar que la situación actual de nuestro país supone una plataforma para un futuro verdaderamente promisorio en la medida en que se mantengan los esfuerzos.
La unidad que se requiere de la sociedad en los esfuerzos que se proponen desde el gobierno cuyo papel es ser director social requiere ser fortalecida. Es tiempo de un segundo esfuerzo, es tiempo de resiliencia.
Rector de la UP/IPADE