Más Información
Embajada de EU en México continúa capacitaciones a INM en migración; estamos orgullosos de apoyar, dice
De la Fuente alerta por tráfico ilícito de bienes culturales; Gobierno recupera 220 piezas arqueológicas
Reforma “ternurita”: Imjuve lanza campaña para promover elección judicial; “ellos nos salvarán del neoliberalismo”
Darle el poder absoluto a una sola persona puede teóricamente ser algo benéfico o sumamente dañino para la sociedad. ¿De qué depende una cosa o la otra? Dice Platón, desde el idealismo político, que si el gobernante es moralmente virtuoso (el rey filósofo), no tendrá propensión a abusar del poder y dañar a su comunidad. Por el contrario, deseará genuinamente el bienestar de sus ciudadanos, por lo que cualquier poder del que disponga será utilizado en beneficio de la sociedad. Por ello recomendaba Platón darle a ese gobernante todo el poder. No abusará de él, no lo pondrá al servicio de sus intereses particulares ni en contra del de sus súbditos. Además, tomará decisiones sabias y racionales. De otra forma, sus adversarios, que sí son egoístas y malvados, utilizarán el poder remanente para ponerle trabas al rey filósofo.
En contraste, otra corriente de la filosofía, el realismo político, señala que es mejor no poner todo el poder en unas solas manos porque la naturaleza humana es débil y egoísta, por tanto con un enorme propensión a abusar del poder. De ahí la racionalidad de dividir el poder, vigilarlo, crear contrapesos para que quien intente abusar del poder no pueda hacerlo, o bien sea removido de su cargo y en su caso, penalizado. Entre los exponentes de tal corriente está Maquiavelo (junto con Locke, Madison, Hamilton), que recomendaba poner límites al poder, dividirlo, condicionarlo; es la esencia de República. Y es que, decía el florentino, la probabilidad de que llegue al poder un hombre ordinario —por tanto egoísta y propenso al abuso—, es enorme. Difícilmente se hallará a un virtuoso como el que pinta Platón. Y en tan excepcional caso, tampoco conviene darle todo el poder por tres razones: a) se puede fácilmente confundir a un hombre ordinario con uno moralmente virtuoso, b) el hombre genuinamente virtuoso y sensato podría, pese a ello, enloquecer con tanto poder, devotos incondicionales y aduladores por doquier, c) o bien, cuando desaparezca del escenario el gobernante virtuoso dejará vulnerable a su sociedad pues, dice Maquiavelo: “El reino cuya existencia depende de la virtud de quien lo rige, cuando desaparece (al morir o dejar el poder), rara vez ocurre que (sus virtudes) renazcan en su sucesor” (Discursos). Es decir, acabado el mandato del gobernante platónico (incluso si no llega a enloquecer), lo que vendría sería una nueva autocracia. Hay varias experiencias históricas en que a un líder, considerándolo moral, política e históricamente virtuoso, se le entregó el poder absoluto. No resultó ser tan virtuoso, o bien enloqueció en el camino (Maquiavelo pudo muy bien haber dicho en esos casos: “se los dije”).
A partir de 1988, los mexicanos buscamos abandonar el esquema que hemos tenido históricamente (el Tlatoani, el hombre fuerte, el caudillo providencial, el Señor Presidente) para crear pesos y contrapesos institucionales, con gran dificultad y sin haber logrado todos sus objetivos cabalmente. En esas estábamos, cuando la sociedad decidió regresar al platonismo (con ayuda de una ley electoral anacrónica). Dado que ha surgido un líder virtuoso, désele todo el poder, el mayor posible, sin contrapesos, pues éstos podrían ser usados por sus adversarios (la mafia del poder, la cúpula empresarial, las organizaciones fifí) para entorpecer su misión histórica. De ahí podría surgir la tentación de usar ese enorme poder emanado para concentrarlo aún más. La autonomía institucional (la del fiscal general, por ejemplo) es un contrapeso probado en las democracias desarrolladas. Pero aquí se le ve como un obstáculo para el proyecto del Presidente virtuoso, pues podría caer en manos aviesas. Y es que el hiperpresidencialismo fue nocivo (en manos del PRI) pero será benéfico (en manos de Morena). Un hiperpresidencialismo malo es sustituido por otro bueno. A ver qué resulta de este retorno a nuestra tradición de “país de un sólo hombre”, de este viraje al platonismo.
Profesor afiliado del CIDE.
@ JACre spo1