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Con dificultades, pero el Frente logró prevalecer. El principal riesgo de ruptura, Miguel Mancera, se bajó del tren. Algunos opinan que falta por ver qué ocurre con Rafael Moreno Valle. Los esfuerzos del gobierno podrían ahora concentrarse en que sea el poblano quien rompa con el Frente (lo que sería más fácil si, por ejemplo, el PANAL le ofrece ser candidato). En todo caso, la confirmación del Frente son malas noticias para el PRI y el gobierno, pero podrían serlo muy buenas para AMLO. Eso, dependiendo de tres escenarios al menos, que a partir de ahora pueden contemplarse:
A) “El Frente no levanta pese a todo, y Meade logra rebasarlo por la derecha y ubicarse en segundo sitio”. Decíamos la semana pasada que ése sería el peor escenario para AMLO, pues, por un lado, es más probable que los priístas mantengan su voto por el candidato (pese a no ser militante), y que muchos panistas voten útil a favor de Meade, lo que le puede dar a éste la votación necesaria para ganar. No puede descartarse del todo este escenario, pues Anaya, en su lucha por quedarse con la candidatura del Frente (y PAN), ha generado mucha desconfianza entre varios panistas y potenciales electores externos. Y la ruptura con Margarita algunos puntos le ha quitado al Frente (varían según las encuestas), haciéndolo de entrada menos competitivo.
B) “El PRI no remonta su tercer lugar, y el Frente queda como puntero frente a Morena”. Este escenario cobra ahora algo más de probabilidad al consolidarse el Frente como coalición electoral. Para muchos quienes no quieren que permanezca el PRI en el poder, pero tampoco que gane López Obrador (y que, al parecer, son mayoría), se abre el Frente como opción real. En principio, Anaya podría congregar al voto antiobradorista de manera suficiente para ganar. Sin embargo, habrá desde luego a quienes Anaya tampoco les resulte confiable, y no voten por él (quizá se abstengan o emitan un voto de conciencia por alguien más). En este escenario es probable que los calderonistas no voten útil y se mantengan con Margarita (si llega a aparecer en la boleta). Pero, sobre todo, muchos priístas se verán tentados a votar útil por AMLO, con quien se identifican en mayor medida que con un panista (o filopanista como Meade). Al menos eso ocurrió en 2006 al caer el PRI en tercer sitio. En tal caso, AMLO sería el más beneficiado y podría ganar.
C) “Meade logra crecer y hacerse competitivo, pero no al costo de que el Frente se hunda”. Ello implicaría que llegaríamos a una final no de dos —como ha ocurrido en todas las elecciones desde 1994—, sino de tres. Eso tampoco es desfavorable a López Obrador, pues si bien aquí es menos probable un voto útil masivo de priístas a favor de Morena, el nutrido voto antiobradorista podría dividirse al grado en el cual no incline la balanza a favor ni de Meade ni de Anaya. Muchos antiobradoristas, simultáneamente antipriístas, optarán por Anaya, pero quizá sin conseguirle el triunfo. Y otros antiobradoristas verán a Meade como más confiable y experimentado que Anaya, emitiendo su voto por el lado del PRI. Pero no lo suficiente como para superar el bloque obradorista que, al parecer, rondará entre 30 y 33%, y que se muestra totalmente inmune a los tropiezos, dislates y ocurrencias del abanderado.
Hoy por hoy, la probabilidad de cada escenario no es muy distinta a la de los otros. Falta por ver cómo reaccionará el electorado y cómo se realinean las intenciones de voto, cosa que no tenemos clara ahora. Las últimas encuestas están muy distintas unas de otras, y no arrojan una tendencia mayoritaria, por lo que no nos sirven por ahora como referente. Algunas ponen a Meade aún en tercer lugar pese a su destape, otras en empate con Anaya, y otras ya en un claro segundo lugar. Por lo cual, estamos un tanto a ciegas (salvo por el dato de que AMLO sigue en primer lugar, aunque no sabemos bien con qué distancia). Habrá que esperar al realineamiento electoral de los próximos meses.
Analista Político.
@JACrespo1.