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Con todo respeto al ex presidente Luis Echeverría Álvarez, defensor de la soberanía nacional.
Pocos son los temas que en México generan apasionamiento como los relacionadas con la adquisición o pérdida de soberanía territorial. El pueblo ha sido víctima a lo largo de su historia de despojos, y de vendepatrias.
Las heridas sufridas como consecuencia de nuestras divisiones fueron plasmadas en diversos instrumentos: Tratado Guadalupe Hidalgo 1848, Tratado de la Mesilla 1853, laudo arbitral sobre el caso del Chamizal, 15 de junio de 1911, laudo arbitral del 26 de enero de 1931 del Rey Víctor Manuel III de Italia, por el cual México perdió, en beneficio de Francia, la soberanía de la isla de la Pasión, conocida como Clipperton.
Flotas norteamericanas y japonesas durante muchos años se dedicaron a la pesca ilegal de especies altamente migratorias como el atún de aleta amarilla, a lo largo y ancho del espacio marítimo entre nueve y doce millas náuticas.
Los estados costeros pensaron en la conveniencia de poner un alto a estas actividades furtivas, estableciendo normas y acuerdos internacionales para estos países que pescaban basados en una codificación confusa y poco clara, lo cual terminara en una convención que estableció un tratado 1982.
Sería el presidente Luis Echeverría quien dio luces en su famosa declaración ante los pescadores en la Isla de Holbox, Quintana Roo, el 30 de marzo de 1972, donde pernoctó en medio de enjambres de chaquistes y tábanos. Desayunando con los pescadores en la playa los escucho, y con visión de futuro les habló del engrandecimiento de México, en esta ínsula enclavada en el Caribe. Le plantearon denuncias del saqueo de embarcaciones extranjeras de nuestras riquezas pesqueras. Anunciándose entonces, apoyos a los pescadores, porque les asistía la razón, impulsando la creación de escuelas pesqueras e institutos de tecnología del mar, así como otorgamientos de créditos para obtener barcos y capacitación en técnicas pesqueras.
El decreto de adición al Art. 27 de nuestra Constitución estableció una “Zona Económica Exclusiva” situada fuera del mar territorial, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 6 de febrero de 1976. México estableció así una zona marítima de 200 millas náuticas (370.40 kilómetros) cuya área cubre una superficie aproximada de más de 3.5 millones de kilómetros cuadrados. Esta es la gran oportunidad y reto para la creación de nuevos empleos que ofrece este espacio para el pueblo, reconocidos por el derecho internacional.
¿Qué esperamos? ¿Queremos o no queremos darles una nueva esperanza a millones de pescadores abandonados con una nueva marcha al mar?, que detonaría nuestro crecimiento económico, creando nuevos empleos y bien pagados, y explotar racionalmente nuestros recursos minerales, turísticos, oceanográficos, inmobiliarios para beneficio del pueblo mexicano.
Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo