Las asambleas de los partidos, realizadas el domingo pasado, confirmaron la nueva modalidad vigente de agrupamiento de los ciudadanos para su acción política. Dada la crisis de los partidos “convencionales”, muchas prácticas han quedado atrás. Ya no se recurre a “planteamientos ideológicos y programáticos” contenidos en sus documentos básicos. En los hechos, la referencia a esos documentos es mínima o inexistente.
El vacío que por esto se genera da entrada a que predominen los puntos de vista de los candidatos y algunas ideas, por lo general desarticuladas, de lo que harían de llegar a triunfar en las próximas elecciones. Así, el electorado se congrega en grupos heterogéneos y bastante amorfos, en torno a las figuras de los candidatos y las escasas propuestas que comuniquen. Nadie espera o exige más que eso, de suerte que las asambleas, además de un protocolo formal mínimo, se han convertido más bien en jolgorios festivos para vitorear a sus candidatos presidenciales. Por cierto, tampoco se presentan o placean de manera destacada a los colaboradores más cercanos de los candidatos, por lo que la integración de sus equipos y de quienes los acompañarán en la jornada electoral se definen en otras instancias y momentos.
Todo esto quedó de manifiesto el domingo pasado. Por tanto, hay que recurrir a información complementaria para estar en condiciones de identificar al conjunto de hombres y mujeres que, en caso de ganar las elecciones, llegarían a conformar gobierno.
Además, la práctica no es homogénea en todos los partidos. Por ejemplo, Morena ya anunció, desde el 14 de diciembre de 2017, a quienes serían los integrantes del gabinete de Andrés Manuel López Obrador. También propuso candidatos para puestos claves como el fiscal anticorrupción, el fiscal general de la República, y el fiscal electoral. Asimismo, anunció a sus candidatos para las delegaciones de la Ciudad de México. Por último, ha comenzado a dar a conocer a los individuos que integrarían las listas de candidatos a senadores y diputados, federales y locales.
En la medida que hasta ahora todo indica que el electorado votará más por el hombre que por las ideas y programas, la hipótesis de una elección por planilla (véase EL UNIVERSAL, diciembre 28, 2017) enfrenta retrasos y dificultades para materializarse. Dados los candidatos a la Presidencia, es lógico que la ciudadanía esté ansiosa por conocer a los integrantes de dichas “planillas”. Hasta ahora, sólo hay elementos parciales para integrar esa información.
En lo que se refiere a los candidatos para senadores, Morena es quien ha divulgado (filtrado) más información, misma que causó múltiples reacciones. La tesis de una nueva modalidad de organización política por conglomerados en Morena se corrobora con la integración de esa lista. Ahí figuran una ex ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que, en los hechos, no podrá participar en la elección, pues no ha cumplido tres años entre la fecha de su salida de la SCJN y el día de la elección, que es requisito de Ley. También aparece Napoléon Gómez Urrutia que, independientemente de sus polémicos antecedentes, no cumple con la residencia mínima de seis meses en el país previos a la elección, como lo establece la Ley. Para acabar de confirmar la organización por conglomerado, la lista incorpora a Germán Martínez Cázares, conocido político, crítico de AMLO, y que llegó a ser presidente del PAN.
La lista del PRD también contiene algunas sorpresas, pero mucho menos que la de Morena. La dificultad deriva de que también circula una lista del PAN, con una integración que poco sorprende, quizá con excepción de Miguel Ángel Mancera, que según se señala, no cumple con lo dispuesto en el artículo 58 de la Constitución. Además de que habrá que fusionar ambas listas (PAN y PRD), habrá que incorporar a Dante Delgado, líder de Movimiento Ciudadano.
Este es sólo un ejemplo de la compleja dinámica que se observa en la integración de las listas de los equipos y candidatos que postulan los partidos y/o sus candidatos presidenciales a cargos de elección popular. Es sabido que las preferencias electorales se afianzan sólo cuando la ciudadanía conoce el nombre y la cara de dichos candidatos, por lo que habrá que esperar hasta la primavera para que, con información completa sobre las “planillas”, el elector pueda definir sus preferencias de manera más sólida. Todo esto demanda un gran paciencia de los electores.
Presidente de GEA Grupo de Economistas y Asociados / StructurA