Más Información
Pifia ortográfica se cuela en transmisión del debate sobre CNDH; “Dictamen a discución” pasa desapercibido en Canal del Congreso
Delegación mexicana va a la COP29 en Azerbaiyán; promoverá “política ecológica y ambiental humanista” de Sheinbaum
Piden a Sheinbaum estrategia contra promesas de campaña de Trump; “lo va a cumplir”, advierten académicos de la UNAM
El Parque Olímpico Reina Isabel de Londres se ha convertido en una atracción turística importante para la capital británica, luego de acoger en 2012 los Juegos Olímpicos.
El complejo de 2.5 kilómetros de extensión ha abierto sus puertas a los visitantes, convirtiéndose en el parque urbano más grande del mundo.
Además, la principal arquitectura del complejo, el Estadio Olímpico, será sede a partir de este año del equipo londinense de fútbol West Ham United, dándole vida al único espacio que había quedado sin actividad, pero con un mantenimiento adecuado y oportuno.
El Centro Acuático, lugar que albergó las competencias de natación, fue reconvertido a una piscina municipal donde solo se tienen que pagar 4.5 libras (6.1 dólares) para entrar y disfrutar de una bella alberca.
A lado del Estadio Olímpico está la Torre Orbit, de 114 metros de altura, construida como adorno para el Parque Olímpico, pero que ahora funciona como un mirador al cual los turistas pueden acceder y contemplar una vista panorámica de Londres.
Cerca del río Támesis, al este de Londres, se encuentra el Centro de Exposiciones Excel, sede en 2012 de las competencias de boxeo, lucha, judo, tenis de mesa y taekwondo, pero que ahora se usa para ferias comerciales internacionales e importantes convenciones económicas.
Greenwich Park, Patrimonio de la Humanidad, fue sede de la equitación Olímpica, y hoy en día sigue siendo uno de los destinos turísticos más visitados de Londres.
La construcción del Parque Olímpico supuso unos dos mil 863 millones de dólares aproximadamente, una cifra baja en comparación a las sedes anteriores, pero esto no significó que estuviera por debajo del nivel esperado y al contrario, maravilló al mundo. Londres no quiso correr la misma suerte que otras ciudades olímpicas, por eso decidió invertir 300 millones de dólares para reconvertir sus centros deportivos en destinos turísticos, algo que, cuatro años más tarde, pudo lograr.