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A México le urge implementar una verdadera política de Estado en materia laboral que dignifique el valor del trabajo y aborde a fondo el tema del desempleo. Por ello, el próximo gobierno federal apostará como uno de los programas prioritarios del sexenio a “Jóvenes Construyendo el Futuro” a cargo de la STPS en colaboración con la SEP, con la finalidad de otorgar oportunidades de estudio y empleo a 2.6 millones de jóvenes mexicanos que no estudian ni trabajan.
El gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador no quiere renunciar a las obligaciones del Estado de hacer cumplir la Constitución, los derechos y la propia Ley Federal del Trabajo para garantizarlo. Quiere enfrentar cara a cara el grave problema de desempleo que en sexenios anteriores se utilizó como mero eslogan de campaña —piénsese en “el presidente del empleo”, la “changarrización” o “tu primer crédito” et al—.
Y la justificación parte de varios cuestionamientos fundamentales: ¿cómo es que llegamos a tener 2.6 millones de jóvenes mexicanos que no estudian ni trabajan?, ¿por qué nos quedamos cruzados de brazos sabiendo la existencia de ese bono demográfico?, ¿Por qué, si fue posible rescatar a banqueros no habríamos de rescatar a los jóvenes?
Hoy en día existe un gigantesco desperdicio de productividad, de ingresos, de bienestar y justicia social. Enfrentamos una tasa de informalidad 62% mayor en jóvenes que en personas mayores de 30 años. Aunado a que aproximadamente el 60% de los empleadores en México tiene complicaciones para conseguir empleados con el perfil idóneo. Y esto es debido a las carencias en oportunidades para jóvenes, a las deficiencias en términos de formación educativa y formación para el empleo.
Por estas razones, se busca que el programa Jóvenes Construyendo el Futuro abone a un círculo virtuoso de la economía: educación, formación, mayor productividad, más y mejor calidad de empleo. Porque existe la plena convicción de que si el gobierno no despilfarra dinero y comienza a invertirlo en la gente, el efecto multiplicador de la economía mexicana será mayor y podrá crecer el país. Parafraseando a Simón Levy, es cierto que la manera en como gastará el próximo gobierno el dinero público determinará junto con la actividad productiva cuánto va a crecer México.
De ahí la importancia en impulsar el programa más valiente del próximo sexenio, con una inversión sin precedentes de 110 mmdp para su primer año de vida, presupuesto similar al que se invirtió este año a 22 ramos de la administración pública federal, tales como la PGR, el Poder Legislativo, la Secretaría de Economía, Relaciones Exteriores, STPS, Sener, Función Pública y el Inegi. Mismo que será elevado a rango de ley. Además, se espera que su implementación permita delinear claramente las reformas necesarias a la ley laboral y educativa.
Como es natural, al margen del programa, surgen cuestionamientos sobre los riesgos que conlleva. A lo cual cabe la sensata respuesta: el principal riesgo sería no comenzar.
1.— Sí a JCF porque asume el desafío de agrupar a los jóvenes mexicanos en esta iniciativa considerando la heterogeneidad poblacional y de las propias empresas, para elaborar una adecuada agenda de formación y colaboración. Creemos que con el programa sí se puede fortalecer el mercado interno, pero además abonar al plan de pacificación nacional vinculando a estos jóvenes en un esquema distinto de empleabilidad ante los desafíos macroeconómicos.
2.— Sí a JCF porque contempla convenios para la correcta colaboración entre las empresas participantes, las instituciones académicas, los tutores y aprendices. Además promueve una formación y evaluación periódica de calidad estableciendo parámetros claros.
3.— Sí a JCF porque se prevén mecanismos de formación y evaluación con base en el tipo de las empresas, los adecuados procesos de selección y evaluación para que no se sobrecargue burocráticamente el programa.
4.— Sí a JCF porque busca dotar de los incentivos adecuados a los jóvenes y empresas participantes, además de evaluar el tema de la certificación en términos de su valor en el mercado de trabajo.
5.— Sí a JCF porque hoy están puestas las condiciones para que las empresas y el gobierno federal entrante confluyan en esta iniciativa nacional, que redundará en una nueva formación educativa e incluso en una nueva cultura empresarial.
6.— Y finalmente, sí a JCF porque nunca convendrá seguir relegando a los jóvenes mexicanos a la categoría de ninis, de hacerlo condenaríamos a nuestra economía a un círculo vicioso de desempleo y al fracaso. Por eso decimos “Becarios sí, sicarios no”.
Diputado federal y propuesto como
Subsecretario del empleo de la STPS
para el gobierno federal 2018-2024