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Uno de los aspectos que hay que destacar de los resultados obtenidos en la elección del pasado primero de julio, fue la diferencia tan holgada entre el primero y el segundo en la elección presidencial. Ésto, sin lugar a dudas, permitió que los resultados electorales fluyeran de mejor manera y la presión política tuviera una válvula de escape con lo que pudieron publicarse, sin mayores complicaciones, diversos ejercicios, mediciones y encuestas de salida.
Uno de estos resultados los dio a conocer Consulta Mitofsky, en donde estableció que López Obrador ganaría la elección presidencial en un rango de entre el 43 y 49%, finalmente obtuvo el 53.19%; Ricardo Anaya fue ubicado en segundo lugar en un rango probable de votación de entre 23 y 27%, alcanzando en la elección 22.27%; a José Antonio Meade se le ubicaba en un rango de entre 22 y 26% cuando finalmente obtuvo 16.40% de los votos emitidos en la elección presidencial.
Con estos resultados que nos sirven de ejemplo podemos advertir que la medición llevada a cabo por Consulta Mitofsky acertó en el pronóstico de quien ganaría y quien obtendría el segundo y tercer sitio en la elección presidencial.
Si analizamos ahora las estimaciones de los resultados del Conteo Rápido llevado a cabo por el INE tenemos que a López Obrador se le ubicó en un rango de entre 53 y 53.8%; a Ricardo Anaya entre 22.1 y 22.8% y a José Antonio Meade entre 15.7 y 16.3%. Estos datos, me parece que, en razón de la metodología empleada, fueron aún más certeros.
Podemos observar que resultó muy atractivo y viable la publicación de las tendencias electorales el día de la jornada electoral, pero ¿qué pasaría si en un futuro enfrentamos una elección competida?
De entrada, las casas encuestadoras serias y profesionales como Consulta Mitofsky podrían no atreverse a dar algún resultado en razón justamente a ese rango y al margen de error que guarda cualquier ejercicio estadístico. Lo mismo podría pasar con el Conteo Rápido.
Por ello, e independientemente del margen tan amplio que hubo en la elección presidencial, debe plasmarse en la legislación algún mecanismo que asegure a la autoridad electoral poder dar información lo más pronto posible una vez que las casillas electorales cerraron.
Los próximos legisladores federales que entrarán en funciones a partir del primero de septiembre tienen la oportunidad de revisar el marco normativo electoral que, entre muchos aspectos más, uno sería analizar los mecanismos para hacerse de información de los resultados electorales.
Una propuesta que ha sido instrumentada con éxito en la Ciudad de México es que el cómputo, en lugar de llevarse a cabo el miércoles próximo después del día de la jornada electoral, como lo establece la legislación electoral federal, se lleve a cabo el mismo día de la elección. Para ello, el cómputo tendría que empezar con la entrega de los paquetes electorales a la sede del consejo distrital respectivo y así sucesivamente hasta concluir con el cómputo de todos los paquetes que correspondieran a las casillas instaladas. Esto significaría una serie de cambios legales y, consecuentemente, procedimentales que permitieran, entre otros puntos, los siguientes:
Un nuevo mecanismo para la recolección de paquetes electorales concluida la jornada electoral para que lleguen con prontitud a los consejos distritales respectivos. Esto podría incluir dispositivos electrónicos que permitieran su registro.
Dar de baja el Programa de Resultados Electorales Preliminares, toda vez que el cómputo haría las veces del mismo, aunque con resultados más certeros y oficiales.
Generar un sistema informático que, además de público, describa el avance en la entrega de paquetes, avance en los cómputos con sus respectivos resultados, así como los incidentes que, en su caso, llegaran a registrarse.
Estos aspectos coadyuvarían, de paso, a generar una mayor certidumbre en una elección.
Analista político. @fdodiaznaranjo
diaznaranjo.fernando@gmail.com