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En la casa de los Mena pulula la pobreza. El lado derecho, visto de frente, tiene loza y sobre la misma se yergue una construcción inconclusa de ladrillo. Es un terreno que no supera los 150 metros cuadrados.
Una fila de plantas en macetas flanquean el fondo con los féretros de Juan Mena padre y Juan Mena hijo, ambos muertos luego de que el auto en el que viajaban rumbo a su trabajo cayó en un socavón formado en el Paso Express Tlahuica, en la zona sur de Cuernavaca.
La mayoría de sus familiares, vecinos y amigos, acompañan el velorio afuera porque el espacio de la casa es reducido para alojarlos. Allá afuera surgen lamentos pero sobre todo interrogantes sobre las causas que provocaron la muerte de sus conocidos.
Todos saben que su auto compacto fue tragado por un socavón pero la pregunta insistente es de qué murieron padre e hijo. La Fiscalía General del Estado citó en su ficha informativa que la causa de muerte es “a determinar”. En su reporte estableció la comisión de un “homicidio culposo por hecho de tránsito terrestre”.
Sonia, hija y hermana de las víctimas, muestra impotencia y coraje cuando se refiere al ofrecimiento económico del titular de la SCT, Gerardo Ruiz Esparza, respecto al millón de pesos por cada uno de sus familiares.
“No aceptamos dinero, queremos justicia por la negligencia que les arrebató la vida a mi padre y a mi hermanos, quienes eran el principal sustento de esta casa”, dijo.
“Mañana empezaremos a escuchar las voces que quieren resarcir un daño irreparable, mañana escucharemos a las personas que quieran justificar la incapacidad y tapar sus irresponsabilidades. La armonía de esta familia fue cancelada por una negligencia y eso, las palabras y los términos legales no pueden tapar”, afirmó.
Sergio Martínez Rivas, patrón de las víctimas, quien recibió un mensaje de texto del joven para que acudiera a su ayuda, dijo que en las labores de rescate no “se respondió con la eficacia ni rapidez como debía haber sido. No soy técnico pero si hubieran respondió más rápido los hubieran encontrado todavía vivos”.
De acuerdo con los familiares Juan y su hijo salieron antes de las 05:00 horas en su auto para trasladarse a su trabajo, ubicado en el municipio continuo de Jiutepec, y su vehículo habría caído alrededor de las 05:30 horas en el socavón. Al sitio del siniestro, dijo el empresario, llegaron primero los amigos del trabajo que los grupos oficiales de auxilio.
Pasado el medio día una banda de viento entonó Cruz de olvido y anunció la salida de los féretros rumbo a la capilla Espíritu Santo para rendirles una misa de cuerpo presente. Las carrozas que llevaban sus restos encabezaron el cortejo fúnebre.
Atrás de ellos caminaron los dolientes con flores en mano y sombrilla para protegerse del calor apabullante.
Al término del oficio religioso el cortejo partió a un pequeño cementerio, a un par de cuadras de distancia.
Los dos hoyos cavados en la tierra esperaban a sus ocupantes. La banda acalló los lamentos, las palabras de dolor y de consuelo.