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estados@eluniversal.com.mx
La cuarteada y desquebrajada tierra seca en gran parte de la presa Benito Juárez es sinónimo de una terrible sequía que se avecina para los pescadores de Jalapa, pero no son los únicos que se verán afectados por el estiaje: también miles de productores de maíz y sorgo de más de 40 municipios del Istmo de Tehuantepec.
La presa que fue creado para albergar 947 hectómetros cúbicos de agua se encuentra con sólo 16% de su contenido debido a la sequía de los dos ríos que la alimentan: Tequisistlán y Tehuantepec, dejando ver restos del pueblo viejo de Jalapa del Marqués que hace más de medio siglo sepultó para regar más de 40 mil hectáreas de tierra e impulsar la modernidad.
La poca lluvia desde el año pasado provocó que el nivel de la presa disminuyera y con esto la distribución del agua en los 12 módulos que integran el Distrito de Riego 019, que abarca una superficie de 75 mil 160 hectáreas, de las cuales 51 mil 955 tienen cobertura de obra hidráulica.
De acuerdo a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) con la presa se tiene una superficie regable de 44 mil 466.6 hectáreas, abarcando principalmente los municipios de Juchitán, Comitancillo, El Espinal, Huilotepec, Ixtaltepec, San Blas Atempa, Xadani, Mixtequilla, Unión Hidalgo, Jalapa del Marqués y Tehuantepec.
Esta sequía tiene actualmente a más de 300 productores al borde de perder alrededor de 500 hectáreas de maíz nativo ( Zapalote chico) tan sólo en Juchitán, por tener cultivos menores a un mes y que no lograrán sobrevivir a la falta de riego porque la Conagua cerrará sus compuertas y ya no soltará agua a los canales.
“Ante la crítica situación del Distrito de Riego 019 de la Conagua, cuya presa de almacenamiento está en su nivel más bajo y el anuncio que nos hizo de que en estos días bajará las cortinillas para no soltar agua a los canales, pone a más de 7 mil productores del istmo en una gran preocupación por el futuro próximo, esto será catastrófico si no tenemos suficiente lluvia porque no habrá para regar durante el ciclo otoño–invierno”, manifestó Tomás Chiñas, representante y productor de la organización Tona Tatii.
La falta de riego afectará más de 70 mil hectáreas de maíz y 30 mil de sorgo en toda la región, lo que traerá como consecuencia inmediata la escasez del producto, el aumento en el precio de los granos y la compra de estos fuera del estado.
Intentando reaccionar a tiempo, los productores organizados de Juchitán hicieron un llamado urgente a la Sagarpa y Conagua para buscar una solución, además de solicitar programas emergentes con los riegos de auxilio y la construcción de pozos profundos para que los auxilien cuando ya no tengan agua en los canales.
Mientras, los más de 800 pescadores observan desesperanzados como el agua se va acabando y con ello la mojarra, uno de los principales productos de consumo y de venta.
A pesar de que la Conagua informó que la infraestructura hidráulica tiene actualmente una capacidad de 16%, para el pescador Juan Olivares Cruz, el nivel del agua es menor y para mayo, si no hay lluvia en la parte alta de la sierra, la presa estará más que seca.
“Yo digo que la presa tiene 10% de su capacidad. Hoy, en más en tres horas el agua bajó mucho, el agua recorrió como 300 metros de donde estaba hasta donde está el varadero”, explicó mientras rema hasta el atrio de una iglesia dominica que data del siglo XVI y que se asoma intacta en la parte más baja de la presa.
Para Juan, la presa Benito Juárez, la que construyó el gobierno de Adolfo López Mateos en 1961, no cumplió con la promesa de dar vida al istmo con el campo y la industria, aunque a cambio pidió a los habitantes permitir sepultar al que era considerado el granero del Istmo de Tehuantepec bajo el vaso de la presa, un sacrificio que en la actualidad lamentan.
La construcción de la presa se basó en tres premisas, objetivos que hasta en la actualidad se aplican en otras obras hidráulicas del país: el abastecimiento generalizado de agua potable a la población urbana y rural, así como el suministro para la industria; el desarrollo de las zonas de riego y el impulso económico de la región; y por último, la generación de energía
hidroeléctrica.
La vieja Jalapa se fundó en un llano muy fértil rodeado de cerros y alimentado por los dos ríos más caudalosos de la zona. En la época de la colonia, Jalapa era una de las tres cabeceras de provincia y cabecera de jurisdicción; Vía de Tehuantepec, Vía de Jalapa y el Pueblo de Tequisistlán.
Para que la Conagua lograra la modernización del sistema de riego en más de 40 mil hectáreas en toda la región tuvo que sepultar a todo un pueblo, un pueblo que perdió parte de su identidad y cada 10 años, a causa de la sequía, resurge mostrando su imponente ex convento dominico y presagiando días aciagos.