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Ubicado en el norte de la ciudad de Colima se encuentra Comala, un pueblo mágico que nos invita a conocer sus alrededores, el escenario de la reconocida obra Pedro Páramo, escrita por Juan Rulfo. Es un lugar muy caluroso en el que existe una escultura en una banca del jardín central en honor a este personaje.
El lugar “construido en las brasas del infierno”, de acuerdo con Rulfo, está en las faldas del nevado y el volcán de Colima, que nos ofrecen una vista impresionante desde el centro de la ciudad. Contrario a lo que se describe en la novela, este lugar es pintoresco y lleno de actividades.
El sitio, también llamado Pueblo Blanco de América, tiene un sinfín de construcciones: destacan las parroquias y haciendas que convergen entre sus calles rocosas, su clima templado y sus palmeras y almendros.
La ex hacienda de las Nogueras es un museo que exhibe obra del artista colimense Alejandro Rangel Hidalgo. Antiguamente se dedicaba al cultivo de caña de azúcar y con el tiempo cambió su función, aun así se conservan la mayoría de elementos originales del inmueble.
La parroquia de San Miguel Arcángel se encuentra entre los edificios civiles y la plaza, por lo que genera una armonía en el lugar. Fue construida durante el siglo XIX y su estilo neoclásico lo convierte en un lugar imperdible para visitar.
Las artesanías particulares de Comala son las maderas finas y los tallados a mano realizados en caoba y parota, con la que se fabrican muebles y objetos distintos con elaboradas ornamentas, además de las tradicionales máscaras de madera que se utilizan durante la danza y los comales.
Para consentir el paladar se puede disfrutar de un ponche preparado a base de mezcal, tuxca y frutas de la región, como ciruela pasa, tamarindo, coco, granada y cacahuate, además de un atole de semillas de chan que se sirve frío con miel de piloncillo.
Otro de sus atractivos son sus lagunas, La María, ubicada en lo que anteriormente era una caldera volcánica. Se puede recorrer el lugar en busca de las cuevas cavadas por indígenas hace cientos de años; las cabañas de la zona están hechas de piedra volcánica, lo que mantiene el clima del interior cálido y agradable.
También está la laguna del carrizalillo, debajo del volcán, resguardada por una comunidad indígena. El acceso es de 10 pesos y con ello puedes disfrutar del agua cristalina y de la belleza natural del lugar.