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estados@eluniversal.com.mx
La fama de Rubí atrajo a diseñadores, creativos de la moda y costureras tradicionales con el anhelo de que luciera sus vestidos en la fiesta de sus XV años, pero de cinco prendas que le regalaron, la quinceañera eligió dos, una de ellas elaborada por artesanas huastecas y la otra por un migrante guanajuatense que incursionó en la alta costura.
En su misa de Acción de Gracias, el 26 de diciembre, la adolescente apareció con un vestido de los colores típicos de la etnia tének, que lleva incrustaciones de cristales reales en el bordado de punto de cruz.
Su creadora y un grupo de artesanas huastecas trabajaron en él durante cuatro meses en un taller de Ciudad Valles, en la Huasteca Potosina. Con el ánimo de que Rubí portara un vestido tradicional de su estado, cinco días antes de la fiesta, la propietaria del taller, Verónica Hernández, se presentó en La Joya con el padre de Rubí, Crescencio Ibarra, para hacerle el ofrecimiento.
Mitzy, ícono de la moda de personajes de la farándula, diseñó un vestido para Rubí con el color de la joya a la que hace alusión el nombre de la quinceañera.
Beverly Ibarra García comentó que su hermana tenía cinco opciones de vestidos confeccionados por diseñadores mexicanos y del extranjero; y para la ceremonia religiosa y comida se decidió por el elaborado por manos huastecas, “que le encantó”.
El vestido que le obsequió Mitzy le quedaba muy ajustado, agregó.
Foto: Cortesía Verónica Hernández Castro
Damara Pérez, quien recibe clases de bordados tének en Ciudad Valles, dijo que es una artesanía de gran valor surgida de la zona indígena de la huasteca potosina. Explicó que las prendas elaboradas en bordado tének son costosas, “es que tienen su chiste, no es sencillo elaborarlas. El bordado es caro por el valor artesanal, una quinceañera que salga con vestido de bordado tének es porque ahorraron para el vestido o tienen dinero”, señaló.
Mencionó que la diputada local Rebeca Terán llama la atención porque gusta de llevar en sus actividades atuendos tradicionales de esta región con el bordado manual.
El vestido color rojo que sus padres le habían comprado para el festejo se quedó guardado en su casa.
El baile tradicional. En su vals, Rubí usó un vestido bordado con flores rojas en el que su creador Luis García, migrante radicado en Texas, utilizó telas de tul y organza.
Luis García, quien tiene un taller de costura en Dallas, Texas, envió con su familia un paquete con una carta a Rubí en la que le decía: “Me gustaría que lo aceptaras para que mi madre vea una de mis creaciones en persona, ya que lamentablemente no puede viajar a Estados Unidos y sólo las ha visto en fotografías. Mil gracias. Dios te bendiga y aprovecha este momento que Dios tenía para ti”.
El diseñador “texano” dijo estar feliz de que entre tantos vestidos Rubí haya seleccionado el que él le regaló e hizo llegar con su madre y hermanas.
“La verdad es algo increíble que Rubí haya escogido el vestido de nosotros, eternamente agradecido toda mi familia y muchísimas gracias mi reina, cuídate mucho y que sea el principio de una carrera que te lleve muy alto”, dijo en un video en Facebook.
Destacó que en su taller también obsequian vestidos a niñas con síndrome de Down, con cáncer o alguna enfermedad extrema.
En 1995, Luis García llegó a Estados Unidos procedente de Irapuato; después de trabajar en diversas actividades puso en práctica los conocimientos de costura que le enseñó su madre siendo un adolescente y ahí encontró su verdadero oficio. En un taller elabora hasta 50 vestidos de quinceañera al mes y también confecciona prendas para otras ocasiones especiales, como presentaciones de tres años.
Regreso a la normalidad. Crescencio Ibarra y Ana Elda García decidieron retomar sus actividades de costumbre: el jefe de familia en la compra-venta de ganado; ella en las tareas domésticas. Ambos dicen estar hartos de los medios de comunicación, que “se portaron como animales”.
En las puertas de su casa, sin glamuor, la madre de la quinceañera más famosa del mundo recibió a un vendedor ambulante de productos de limpieza, compró jabón de polvo, una escoba y desinfectante de pisos. Antes de entrar a su casa, se tomó una foto con un admirador de Rubí.
Dijeron que no realizarán otra fiesta con invitación abierta. “No, sobre todo por la prensa, no por otra cosa. Son unos groseros”, respondió Ana Elda a pregunta expresa sobre otro festejo.
Señaló que no pudieron tener recalentado porque “nos corrió la prensa, tuvimos que irnos, allí se quedó todo”, ante lo que consideraron el asedio, por lo que prefirieron salir del lugar.
Los padres de Rubí determinaron que su hija no atendiera a los medios de comunicación, ni a las personas que hasta el anochecer del martes llegaron a su domicilio con obsequios.