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La Señora cambió los certámenes de belleza por el negocio de las drogas. A finales de los años 90, Clara Elena Laborín Archuleta saltó a la fama al participar en el concurso Miss Sonora. Ahí se robó la mirada y el suspiro de Héctor Beltrán Leyva El H, el narcotraficante que asumió el control del cártel que lleva sus apellidos tras la muerte de su hermano Arturo, El Jefe de Jefes, durante un operativo de la Marina en diciembre de 2009.
De acuerdo con investigaciones del gobierno federal, La Señora tomó el control total del cártel tras la captura de su esposo, en octubre de 2014 en San Miguel de Allende, Guanajuato, durante un operativo de la Unidad de Operaciones Especiales de la Defensa Nacional.
A la par de Clara Elena, el gobierno ubicó a Alfredo Beltrán Guzmán El Mochimito, hijo de Alfredo, quienes se han apoderado principalmente del puerto de Acapulco para sus operaciones.
Tenía todo pero quería más; Laborían Archuleta buscó siempre los reflectores tanto en la farándula, como en el modelaje y en el sector empresarial. Pero había un problema: cómo mover tanto dinero producto de las operaciones delictivas sin que fueran detectados tanto ella como su esposo.
En Acapulco, donde tenía el control y la seguridad, comenzó con el proyecto de un spa de lujo, lo más selectivo en la zona turística, junto con el empresario Alonso Rivera Muñoz, que en realidad se trataba de su esposo, El H. Luego de su detención se informó que Clara era la principal generadora de violencia en Sonora y Guerrero, principalmente en la zona del puerto de Acapulco, donde operaba con células de Los Beltrán Leyva asentadas en ese puerto.
Al momento de su captura en Hermosillo, policías federales aseguraron a Alán Contreras El Cha, identificado como su principal colaborador y encargado de coordinar las operaciones en Acapulco.