"Padre estarás conmigo siempre, no te fuiste, aquí te siento", dice José Adrián, hijo del reportero Pedro Tamayo, quien fue asesinado la noche del miércoles en su natal Tierra Blanca.
La esposa y los dos hijos del comunicador se despiden en su hogar en pleno corazón de Tierra Blanca, una región sumida en la violencia en los últimos meses.
José Adrián es chef y gracias a su padre logró instalar el negocio de alimentos "La Jardinera", hasta donde cuatro sicarios llegaron a atacar a Tamayo, a quien cariñosamente llamaba "Peter".
Por eso cuando vio a su padre tendido en el pido mal herido, no dudó en tomar su auto y perseguir a los atacantes por la "rabia" que sentía, pero elementos de la Policía Estatal lo interceptaron antes que pudiera chocar el auto de los delincuentes que huían.
La viuda Alicia Blanco que se mantiene estoica, fuerte y al lado del amigo de la familia, el periodista y profesor Octavio Bravo y Bravo, llama a las autoridades a evitar que el crimen de su marido quede impune.
Sus amigos de batallas reporteriles deciden cargar los restos de "La Pedrona", como lo llamaban cuando bromeaban duro entre sí, porque Tamayo era alburero por naturaleza y a cada instante los agarraba "comiendo camote", recuerdan.
En la diminuta capilla del panteón Jardines del Recuerdo, ubicado a las afueras de la ciudad, le dan el último adiós a Tamayo, quien descansará al lado de su suegra.
Su madre Socorro Rosas López le llora junto al féretro, inconsolable. Sus cuatro hijos restantes la confortan y la abrazan. La noche fue larga, al igual que la lluvia.
Fue el adiós de un esposo, padre, abuelo, hijo y compañero de trabajo con el que se podía contar siempre, en las buenas, en las malas y, sobre todo, en las bromas, porque era un experto en hacer “memes” de todos.