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Una valla de hombres y mujeres se interpone en el paso de los vehículos que abandonan el Complejo Petroquímico Pajaritos. La tensión es evidente.
Los ojos de las familias de desaparecidos por la explosión ocurrida el miércoles se dirigen a la cajuela y a todos los espacios donde pueda caber el cuerpo de una persona.
La creencia es que los restos de los 24 muertos y de otros que supuestamente no han sido reconocidos oficialmente, están siendo sacados de la factoría en vehículos para ocultar la magnitud de la tragedia.
Por eso, cada vez que un vehículo compacto, camioneta o camión pesado abandona Pajaritos, los ánimos y el dolor se encienden al máximo hasta hacer detener las unidades, bajar a los ocupantes y realizar una revisión exhaustiva.
Al acceso interno al complejo, grupos de personas con familiares desaparecidos -en menor número a los registrados el jueves- se hacen presentes para buscar a los suyos y realizar la tarea de reconocerlos físicamente.
El método es el mismo. Sólo un integrante de la familia ingresa a las instalaciones que han sido habilitadas como Servicio Médico Forense para reconocer a los suyos con alguna marca especial, pues muchos de los fallecidos murieron completamente calcinados.
spb