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estados@eluniversal.com.mx
La tala de una hectárea de manglar rojo en México representa un costo de 650 mil dólares al año, tan sólo para la industria pesquera, sin contar con que su destrucción vulnera las costas del país ante huracanes, agudiza la erosión de playas y aumenta los impactos del calentamiento global.
De acuerdo con análisis del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), en Mérida, Yucatán, una hectárea del mangle rojo en Quintana Roo mantiene cautivas o “secuestradas” 3 mil toneladas de carbono, evitando que se libere al medioambiente, subraya el investigador de la Universidad de California, en San Diego, Exequiel Ezcurra, quien añade que los manglares del Caribe son capaces de capturar “todo el carbono que se genera en el país, en un año”.
El científico habló con EL UNIVERSAL a propósito del Día Mundial de los Humedales, que se celebra hoy, para hablar del alto valor que poseen los manglares, ecosistema que “es defendido con leyes feroces en países como Miami, Inglaterra, Canadá, España y Francia, por ejemplo, y demeritado en México… no entiendo por qué”.
“En Florida la ley es feroz, ¡cuidado con que toques un manglar!, está prohibido tocar un metro cuadrado, olvídese una hectárea o 22.
“Para Florida, después de experimentar huracanes tan fuertes como Katrina [los manglares] se han convertido en un asunto de sobrevivencia y hoy es imposible siquiera podar un humedal costero”, expresa.
Entre el bien público y el privado. En México la historia es diferente. El ex director del entonces Instituto Nacional de Ecología (INE) —hoy Instituto de Ecología y Cambio Climático (INECC)— resalta que la devastación de manglares persiste, con graves costos ambientales, económicos y sociales, a cambio de hoteles como parte de un modelo de desarrollo “que es impulsado por el Fonatur (Fondo Nacional de Fomento al Turismo)”.
Menciona casos en Puerto Escondido, en Oaxaca; Puerto Peñasco, en Sonora, o Cancún, en Quintana Roo.
“En varios casos Fonatur llega, vende, inicia, deja a medias, degrada, abandona y deja un ecosistema casi muerto. Cancún se ha mantenido, pero cada vez son menos los turistas que pagan por una experiencia de valor ambiental, porque está perdiendo su atractivo. Mejor se van a Belice”.
Indica que la preocupación por el Malecón Tajamar no se trata de una discusión política como pretenden hacer creer. “Es un modelo de desarrollo bajo la falsa premisa de que si queremos manglar, le apostamos a la pobreza y si lo talamos, vamos por el progreso”.
Valen más que un campo de golf. Explica que en un estudio que elaboró años atrás, junto con el también investigador, Octavio Aburto, para estudiar el valor económico de los manglares en la zona del Pacífico, encontraron que cada hectárea de manglar rojo brinda al país servicios ambientales “inmensa y sorprendentemente grandes” en términos de pesquería, lo que a su vez se traduce en beneficios económicos.
“Concluimos, con ayuda de economistas que, a mayor cantidad de manglar, mayor cantidad de peces adultos que, en sus etapas de juveniles se refugian en las raíces de los manglares para protegerse de sus depredadores o para alimentarse. Son como las guarderías de los peces.
“Por cada hectárea de mangle rojo se generan 37 mil 500 dólares, esto es sólo por la ‘renta del capital ambiental’; pero ‘el valor ambiental’ es equivalente a 650 mil dólares por año. De este modo queda claro que las pesquerías generan un beneficio mayor , que el de un campo de golf o un hotel”, dice.
Aliados contra el cambio climático. Otro servicio invaluable de este tipo de humedales, que son bosques que viven la mayor parte del año semiindundados, es la captura de carbono.
“Hay estudios muy interesantes del Cinvestav-Mérida, sobre las costas de Quintana Roo, que indican que una hectárea de mangle rojo captura entre sus raíces 3 mil toneladas de carbono… ¿usted se imagina? Tres millones de kilos de carbono ‘secuestrado’ que no se liberan al medioambiente”.
En casos como el de Cancún, Ezcurra señala que la eliminación de manglares ha dejado desprotegida la barra costera ante los huracanes, lo que agudiza la erosión y la pérdida de playas, que luego debe ser costeada por el gobierno federal con impuestos que terminan pagando los mexicanos.
Los manglares son también como “riñones” que filtran contaminantes, antes de que lleguen al mar o a la Laguna Nichupté, como en el caso del Malecón Tajamar.
Para el especialista, las declaraciones hechas por el procurador federal de Medio Ambiente (Profepa), Guillermo Haro Belchez, la semana pasada, al señalar que la cantidad de manglar talado en Malecón Tajamar equivale a .007 de la superficie de manglar que hay en todo el país, equivalen al “qué tanto es tantito”.
“No olvidemos que el funcionario que autorizó Malecón Tajamar fue inhabilitado por emitir muchas otras autorizaciones indebidas. Perdón, la autorización no está grabada en piedra. Si se presumen irregularidades, todos los permisos y autorizaciones deben abrirse a la sociedad y, de confirmarse, revocarse”, concluye.