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Juana Ocampo se niega a borrar los sellos de violencia en su rostro. Esos moretones en su cara, asestados por los homicidas de su hija la mañana del sábado pasado, parecen imborrables a pesar, dice, de orar con frecuencia el Padre Nuestro: “Perdona nuestras ofensas, así como nosotros debemos perdonar a los que nos ofenden”.
Se dice fácil, afirma, pero en momentos de sufrimiento, muy difícil de entender y más difícil de aceptar. “Pero aquí estoy haciendo un esfuerzo y espero lograrlo”, afirma.
Ocampo, madre de la alcaldesa Gisela Raquel Mota Ocampo, asesinada en la sala de su casa frente a sus familiares, dice que la violencia no debe combatirse de la misma forma.
Y en seguida pide al presidente Enrique Peña Nieto sensibilidad ante la situación del país. “Si el presidente de México se sintonizara al clamor nacional e internacional, ayudaría no solamente a resolver el crimen de mi hija, sino a todos los que de una u otra forma han sufrido la pérdida de un ser querido por la situación del país”.
Juana, su familia y un contingente superior a las mil 500 personas, marchan por la “paz y justicia en Temixco”. Lo hacen en silencio desde la iglesia de Acatlipa hacia la explanada de la presidencia municipal donde gobernaría su hija de enero de 2016 a diciembre de 2018.
A su lado va un párroco y asistentes que llevan cirios para “iluminar” el camino de Gisela Mota.
La marcha se convierte en una procesión, y más adelante Juanita legítima su adhesión con la religión católica y menciona su origen de activismo social al lado del desaparecido obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez, impulsor y activo ideólogo de la Teología de la Liberación y del llamado progresismo católico.
En su lectura aboga por las víctimas del país, pero también por quienes toman las decisiones para que convoquen a un encuentro nacional. “Que todas las fuerzas políticas, económicas, organizaciones no gubernamentales y autoridades, diseñen un plan nacional para abordar este tema en todos sus ángulos, principalmente en la prevención y tratamiento del tejido social”, dice.
No a la lucha del poder por el poder. Juana Ocampo, activista reconocida en el PRD, asegura que acudirán hasta las instancias internacionales para exigir justicia para esclarecer el asesinato de su hija, y también dijo sentir un poco de alivio por la declaración de la ONU para que se reconozca como un feminicidio.
En la marcha surge un grupo de 25 o 30 personas que sugieren a Juana ocupar el sitio de su hija y asumir la presidencia municipal de Temixco.
Pero ella los ataja y dice que ahorita no piensa en eso porque “estaría como un buitre esperando”.
A quienes ya se disputan el poder los censuró y les recordó que todavía no se cumple el novenario de su hija, y por lo tanto deben guardarle respeto. “Si el Cabildo está siendo respetuoso entonces yo también”, dice.
A las autoridades electas pide mantener el equipo de trabajo y continuar con el plan de gobierno dispuesto por su hija como las políticas públicas con perspectiva de género, desarrollo sustentable, austeridad y cabildos públicos y abiertos.