Durante dos sexenios se invirtieron sumas millonarias para posicionar a Zacatecas en la industria del agave y del mezcal, sin embargo, de las 22 plantas mezcaleras que se instalaron con recursos públicos hace más de cinco años, actualmente 80% están paradas.
Varios productores afirman que, incluso, muchas de esas plantas se han convertido en elefantes blancos, al considerar que con los cambios de visión de los actuales gobiernos (estatal y federal), ya no se dio continuidad a los proyectos de esta industria .
Zacatecas comparte la “denominación de origen” para la exclusividad en la producción del mezcal con estados como Oaxaca, Durango, San Luis Potosí, Guerrero, Tamaulipas y Guanajuato. En la entidad hay dos regiones productoras de maguey–mezcal. Una está integrada por los municipios de Pinos, Villa Hidalgo y Noria de Ángeles y la segunda por los municipios de García de la Cadena, Mezquital del Oro, Tlaltenango, Teúl de González Ortega, Moyahua, Juchipila, Jalpa, Apozol, Tabasco, Huanusco y Nochistlán, de la región de los cañones.
Nace la industria. Este sector se comenzó a posicionar en el sexenio del entonces perredista Ricardo Monreal Ávila, cuando en el periodo 2000-2002 una plaga causó siniestros totales en las plantaciones de agave azul en la zona tequilera de Jalisco. Entonces las grandes empresas de este ramo voltearon a comprar las producciones del agave azul de Zacatecas.
Al ver que el agave podría ser una especie de “oro azul”, el gobierno monrealista comenzó las grandes inversiones en la capacitación, asistencia técnica, tecnologías y así nacieron las empresas integradoras de agaveros.
Comenzaron las plantaciones por doquier en diversos municipios del cañón de Juchipila y Tlaltenango, regiones colindantes con el estado de Jalisco. Aunque la vulnerabilidad de este sector siempre existió, pues pese a ser un cultivo perenne, las cosechas se obtienen de manera escalonada, porque la maduración del agave azul puede tardar hasta siete años.
El impulso. En 2007-2008, durante la administración de la perredista Amalia García Medina, surgió un nuevo problema, ya que se reportaban pudriciones en las parcelas de agave y la caída del precio de la planta, debido a que Jalisco había superado la crisis de las plagas.
La administración amalista en ese entonces culpó a la administración monrealista, por lo que se anunciaron inversiones para convertir a los agaveros en mezcaleros, al destinar recursos estatales y federales.
Incluso, el sexenio de Amalia García alardeó la inyección de más de 72 millones de pesos a esta agroindustria con la instalación de 22 empresas mezcaleras que producían un promedio 5 millones de litros anuales y beneficiaban a más de mil familias en toda la entidad. Hasta se presumían los incrementos de la producción, de tener 2 mil 565 litros certificados en 2008, aumentó a 587 mil en 2010.
Se anunció en ese entonces hasta la creación de una marca colectiva de mezcal y la certificación para el mercado internacional.
Mezcaleras paradas. El boom de la instalación de plantas mezcaleras ocurrió gracias a que las figuras jurídicas de cooperativas de productores o sociedades de producción rural podían acceder a los recursos públicos. Hoy, esos mismos productores y migrantes lamentan que sus plantas estén sin producir “ni una sola gota de mezcal”.
Las plantas que siguen operando son las más grandes que son herencia familiar como Huitzila, Caxcán, El Zacatecano y Don Aurelio, entre otras. También hay otras importantes mezcaleras como Real de Jalpa, que tiene la capacidad de producir hasta 10 mil litros al día, pero que se ha visto obligada a parar su producción, pues sólo se ha concentrado en sacar al mercado el stock que mantiene en sus bodegas desde hace varios años.
Dentro de los escenarios más drásticos está la cooperativa Diamante del Desierto, integrada por 26 socios, de los cuales 40% son migrantes, la cual ni siquiera inició operaciones. En 2006 recibió los primeros apoyos económicos para instalar la planta, pero hasta 2008 comenzó con su primera producción de prueba, sin embargo, ésta se quedó en tanques y jamás logró ser envasada ni comercializada.
La Sociedad de Producción Rural Piñón Gigante es una de las pioneras que consiguió instalar su planta mezcalera. Logró producir, comercializar y hasta distribuir su marca denominada Juchipilo, pero debido a la violencia generada entre 2009-2010, la producción de su planta también se paralizó.
Por su parte, Villedo Lamas López, de la mezcalera Huitizla, quien también preside el Consejo para el Desarrollo Integral del Maguey en el estado de Zacatecas, coincide en que hace falta mayor impulso a la industria mezcalera en cuanto a comercialización y promoción del mezcal, pero también mayor apoyo para nuevos cultivos de agave azul, ya que por fin se ha logrado un inventario de las plantaciones y se necesita incrementarlo para evitar que decaiga la industria del “oro azul”.
Turismo en abandono. En el trienio 2001-2004, las autoridades municipales de Guadalupe buscaron tener un referente turístico para posicionarlo como un lugar emblemático, similar al Cerro de La Bufa, en la capital.
Fue entonces que en esa administración surgió la idea de elegir al Cerro de San Simón, ubicado en la colonia Tierra y Libertad, una de las más conflictivas del municipio.
Por medio del programa migrante 3X1, un programa de la Sedesol, se obtuvieron aproximadamente 800 mil pesos para arrancar el proyecto de turismo artesanal.
Como emblema se acondicionó un gran mirador y en el centro de éste se colocó la imagen de metal de la Virgen de Guadalupe, la cual que se pretendía iluminar todas las noches. Pese a esa inversión, en más de 10 años no se ha podido arrancar el proyecto.
La planta que no creció. Otra de las grandes obras del gobierno federal y estatal emprendidas hace 10 años fue la instalación de plantas beneficiadoras de frijol en la zona industrial del municipio de Calera, las cuales fueron equipadas con una inversión millonaria.
La finalidad era limpiar y clasificar el frijol, ya que Zacatecas es el primer productor a nivel nacional (35%), pero desde su arranque ha trabajado por debajo de la capacidad de las procesadoras.
En los años siguientes, el argumento de las autoridades del sector fue que los productores no acudían con sus cosechas debido a los estragos de la sequía. Actualmente, las grandes instalaciones son subutilizadas y se usan principalmente como bodegas.