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Paraíso

El gran cangrejo azul ya tiene su santuario y está ubicado en este municipio. Éste fue creado por la sociedad civil y grupos ambientalistas debido a que la población de esta especie de crustáceo se debilitó por la caza furtiva, el crecimiento urbano, la sobreexplotación comercial, la actividad petrolera y desarrollo turístico.

Aunque las autoridades ambientales no tienen al cangrejo azul en la lista de ejemplares en peligro de extinción ni existe veda en su protección, para los habitantes de esta localidad pesquera, ubicada en la costa del Golfo de México y a 100 kilómetros de la capital del estado, es considerado una especie que languidece en sus playas.

Ambientalistas organizados con apoyo de las autoridades del municipio concretaron en la riviera de Puerto Ceiba una extensión de 14 hectáreas para el proyecto autosustentable que arrancó hace dos años con el fin de lograr su repoblación en la costa tabasqueña.

En esta zona de refugio natural, la población reforestó con mangle una vasta zona, emulando su hábitat de reproducción y alimento.

“En temporada de reproducción (mayo, junio, julio y agosto) ellos hacen su apareamiento allí; cuando la hembra tiene sus huevecillos vamos al mar, los depositamos para que liberen sus larvas y así garantizar su reproducción”, explicó Elder Osorio Santos, tesorero del refugio. “¡Le han dado muy duro! Hay que parar esto porque su población ha disminuido 60%”.

Como parte del proyecto de conservación, los habitantes de Puerto Ceiba y las autoridades municipales liberaron simbólicamente una primera etapa de ejemplares del cangrejo azul con el fin de lograr en dos años su repoblación en playas, manglares e islas que rodean la costa de Tabasco.

El alcalde de Paraíso, Jorge Carrillo, refirió que la inversión es mínima, pues los pobladores aportan su mano de obra, sus terrenos y “nosotros como gobierno tenemos que buscar el concurso del estado y federación (...) ya es un ejemplo que se está imitando en otras partes del municipio, como el ostión y la mojarra, todo eso en su conjunto nos va a proporcionar productos para seguir generando economía”, dijo.

Los integrantes del santuario pidieron ayuda a las autoridades locales y federales para impulsar una ley de protección y una veda que frene su lenta extinción de los litorales de Tabasco.

“El cangrejo azul es inofensivo y no tiene cómo defenderse, por eso urge una ley que prohíba arrancarlos de su hábitat natural; tenemos dos años cuidando y vigilando su reproducción, eso ha ayudado bastante, pero hace falta algo más severo que penalice su caza desenfrenada”, dijo Santana Osorio Pérez, ecologista que mantiene una campaña de defensa del cangrejo azul.

El Cardisoma guanhumi se reproduce en julio y agosto en temporada de lluvias y requiere de dos años para lograr su etapa adulta, pero el consumo humano ha minado su población.

El cangrejo terrestre o gigante azul habita en zonas fangosas, manglares, cocotales y suelos con baja salinidad y en temporadas de reproducción depositan de 300 mil a dos millones de larvas o huevecillos, pero un mínimo porcentaje logra llegar a las playas para alcanzar su etapa adulta sexual.

El espacio natural de esta especie comienza en las costas del Atlántico en América, desde Florida hasta Brasil, y se prolonga a las islas Bermudas y las Antillas.

Desde hace unos 10 años su población es víctima del desarrollo turístico, hotelero y petrolero por obras de urbanización que dieron paso a la mancha urbana y al comercio sobre humedales y zonas de manglares, el hábitat natural del cangrejo azul.

Su reproducción y conservación se agrava debido a que este tipo de crustáceo tarda cuatro años y más de 60 mudas en su caparazón para llegar a su etapa sexual adulta.

Los ambientalistas ofrecen talleres de concientización con el propósito de crear cultura ecológica del cuidado de esta especie. A bordo de embarcaciones la sociedad civil, la policía y ambientalistas monitorean el refugio en la costa, para que las zonas de apareamiento no sean saqueadas.

Por tradición, durante las noches de luna llena de septiembre y octubre la gente aún los caza, en la famosa “corrida del cangrejo azul” y en su aventura por atraparlos cientos mueren pisoteados; otros son aplastados por neumáticos en carreteras rurales.

Esta actividad furtiva y la de pescadores ha socavado su población en los municipios de Cárdenas, Paraíso y Centla, pueblos costeros donde ya no es común verlos correr.

“Antes era común ver en las carreteras las famosas manchas o corridas donde se podía escoger el más grande y al pequeño lo dejaban ir, pero desgraciadamente no hay control y no llegan a su etapa adulta. Va a llegar el día en que los cangrejos no los verán las próximas generaciones, ahorita es difícil encontrar cuatro cangrejos juntos”, advirtió Santana Osorio Pérez, integrante del santuario.

Otro problema que enfrenta el acorazado azul es la venta indiscriminada en mercados públicos y calles donde cada pieza es vendida en 10 pesos y el racimo de entre 12 y 15 ejemplares cuyo costo varía entre los 50 y 100 pesos.

Mientras no haya una ley o plan de manejo que regule su consumo para amortiguar su reproducción, el cangrejo azul continuará desapareciendo lentamente de las playas costeras del Golfo de México.

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