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Ajalpan.— Poco a poco la tranquilidad regresa a este poblado donde hace algunos días los rumores llevaron a los habitantes a privar de la vida a los dos hermanos que realizaban encuestas y los confundieron con secuestradores.
A cinco días del linchamiento, los habitantes intentan hacer sus actividades de forma normal. Algunos salen a la calle, van a los comercios y llevan sus productos a vender a la explanada del palacio del ayuntamiento o a los pocos locales que están abiertos. Las escuelas están cerradas, pero en la calle sí hay movimiento de la gente.
En Calixto Barbosa, el callejón donde empezó la barbarie, donde las víctimas cometieron el error de intentar entrevistar a una niña sin la presencia de un adulto, donde surgió el rumor, la gente se resiste a hablar: unos bajan la cabeza y siguen de largo, otros aceptan, pero con la condición de que no los graben ni les pregunten sus nombres.
Los remordimientos están presentes, aunque también hay posiciones encontradas. Algunos pobladores charlan sobre lo que sucedió el pasado lunes: para unos, la muerte de los dos hermanos es “algo lamentable”; otros señalan que es algo justificado ante los niveles de inseguridad.
En la calle Guerrero, donde Rey David y Abraham fueron detenidos, los vecinos también guardan silencio; sólo observan. Quienes se atreven a dar una opinión aseguran que muchos pobladores defendieron a los dos encuestadores; sin embargo, sus opiniones no fueron tomadas en cuenta.
Algunos aseguran que pidieron que los dejaran ir, porque los dos hermanos contaban con credenciales de la empresa donde trabajaban. “Son encuestadores, déjenlos ir”, fue la voz que no se escuchó.
Cinco días después, los remordimientos emanan. Dicen que la vida en Ajalpan no será la misma desde el lunes 19 de octubre: el estigma de un pueblo violento quedará presente.
Hasta antes de la muerte de los dos encuestadores, los pobladores recordaban que hacía algunos meses una persona fue detenida por robar en una iglesia. Antes de ser linchada fue rescatada por las autoridades del municipio; en septiembre de 2012 también se salvaron tres personas —acusadas de ser “robaniños”— de la furia de la turba. Todo eso originó un precedente.
Desde ese momento, la confianza en las autoridades no fue la misma. Al surgir el rumor de que dos secuestradores fueron detenidos, el recuerdo regresó. Dejar libres a Rey David y Abraham no era suficiente. Justicia por mano propia fue lo que sucedió la noche del pasado 19 de octubre.
Limpian rastros.— En Palacio de Gobierno, un grupo de empleados realizan trabajos al interior y exterior del inmueble para rehabilitar las instalaciones.
Trabajadores de diferentes áreas del municipio barren, pintan y ayudan en las labores de reconstrucción. Algunos habitantes acuden a pedir informes sobre trámites pendientes o para solicitar apoyos. La respuesta es la misma, no hay servicio por el momento.
El inmueble fue dañado en más de 50%. Las autoridades aseguran que la reconstrucción costará 4.5 millones de pesos. Se reporta el robo de equipo de cómputo, muebles, papelería, así como diferente equipo de oficina.
Pero esa es sólo una realidad de Ajalpan. A los alrededores del kiosco, las tiendas, fondas y boutiques vacías son el reflejo de la desconfianza de los habitantes. La presencia de elementos de Seguridad Pública del gobierno del estado no ha logrado invitarlos a caminar de forma habitual, como hasta hace algunos días.
Los policías tomaron el control luego de que el personal de seguridad del municipio se vieron superados y desarmados por los habitantes. Las suspensión de clases en primarias y secundarias incrementaron el temor en los habitantes. Otro rumor más se difundió: “Puede haber enfrentamientos”. La incertidumbre se apoderó del pueblo.