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Activistas de derechos humanos, encabezados por el padre Alejandro Solalinde recorrieron hoy el basurero de la fronteriza ciudad de Tapachula, con la finalidad de presentar una propuesta para mejorar las condiciones de vida de unas 100 familias, guatemaltecas, la mayoría de ellas ocupadas en la recolección de desechos.
El religioso y director del albergue para migrantes Hermanos en el Camino dijo que el recorrido no sólo fue de observación sino de plantear mecanismos de ayuda solidaria.
“Venimos personas de diferentes iglesias y países con una sola intención: ver directamente en qué condiciones están nuestros hermanos pobres, extranjeros y locales que viven de la basura”, subrayó el entrevistado.
Solalinde se sorprendió por las condiciones de subsistencia de esas familias, y destacó que con el trabajo diario en el basurero, los migrantes evidencian que “no son limosneros, sino que trabajan aunque ganen pocos pesos”.
La del basurero de Tapachula, dijo, es una cara terrible de la migración pero también digna porque trabajan y están ganando peso a peso.
Están demostrando que la migración no es un problema, “sino que los migrantes vienen a generar una riqueza, y a resolver un problema de la basura que para ellos es una fuente de trabajo”, agregó.
En el itinerario estuvieron además el párroco de Huixtla, Heyman Vázquez Medina; el coordinador del albergue Todo por Ellos, Ramón Verdugo Sánchez y el sacerdote episcopal de la diócesis de Los Ángeles California, Richard Estrada, entre otros.
Ante ellos, Solalinde dijo que es preocupante la salud y la educación de los niños, en medio de las condiciones adversas en que transcurren sus vidas en las labores de pepenadores.
Migrantes guatemaltecos y pepenadores comentaron al sacerdote que la mayoría obtiene diario unos 40 pesos en jornadas laborales de hasta 11 horas.
“¿Quién pude vivir con 40 pesos diarios?”, interrogó Leticia Gutiérrez Valderrama, directora de Scalabrinianas: Misión para Migrantes y Refugiados.