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Televisa
decidió recortar en los últimos dos años sus contratos de exclusividad que ofreció desde principios de la década de los 70 a parte de sus artistas; esto consistía en un pago mensual a cambio de que trabajaran sólo para la televisora y estuvieran disponibles para lo que fueran requeridos. Esto no tiene que ver con el pago que recibían por cada capítulo de programa o melodrama en el que participaran.
Pero así como generaba un beneficio y seguridad económicas, también obligaciones y lo mismo debían estar disponibles para participar en una telenovela que en un programa unitario, especiales (Teletón, Fiesta mexicana, Las 12 Uvas), shows, concursos y otras festividades, sin opción a negarse, aunque algunos no lo hacían.
El monto del pago siempre varió de acuerdo al actor, su potencial para atraer audiencia en México y el extranjero, su talento, edad y tipo de carrera, por lo que no es lo mismo el pago a un protagonista de telenovelas que un actor de soporte, un comediante, conductor, productor, director de escena o escritor.
Si bien las cifras nunca han sido públicas, en el caso de estrellas como Thalía, Fernando Colunga, Ernesto Laguardia, Angelique Boyer, Maite Perroni, Ludwika Paleta y Aracely Arámbula, entre muchos otros, se habló en su momento de cifras en dólares y equivalentes a más de 400 mil pesos mensuales, en tanto otras estrellas podían recibir montos de 5, 10 o 15 mil pesos al mes.
La vigencia del contrato también ha variado, pero los más cortos normalmente eran de dos a tres años, aunque en la última temporada a comediantes como los Mascabrothers les renovaron su contrato sólo por seis meses, mientras los ejecutivos definían si había espacio para ellos en la pantalla o les devolvían su libertad.
Con estos contratos también llegó la palabra “veto” a los desleales, a esos que desafiaban a la empresa trabajando en otra televisora sin autorización o sin llegar a un acuerdo amistoso, caso Adela Noriega, Lucía Méndez, Eduardo Yáñez, quienes en los años 90 aceptaron protagónicos en la cadena hispana Telemundo, y Verónica Castro en los 80, cuando accedió a grabar telenovelas en Argentina. Con los años (a veces hasta una década), todos ellos volvieron a la televisora que los vio nacer artísticamente, algunos con contrato de exclusividad y otros sólo por la realización de una telenovela o programa. Pero durante el periodo de su ausencia, jamás se hablaba de ellos, ”morían” para la televisora.
La batalla más férrea se dio en la década pasada cuando Mauricio Islas trató de renunciar a su contrato para trabajar en el extranjero y Televisa intentó retenerlo y hacerle cumplir su contrato; el actor y la televisora se fueron a todas las instancias legales y fue el actor quien ganó la guerra y, por supuesto, hasta ahora no ha vuelto a pisar las instalaciones de San Ángel.
Hoy las condiciones han cambiado. La televisora de San Ángel ha dejado de renovar o ha rescindido contratos en todos sus niveles, incluyendo a actores maduros. A cambio, ha recibido a estrellas que incluso se forjaron en otras televisoras, como Azteca, su principal competidor, abriéndole espacio a artistas como Silvia Navarro, Fernando del Solar, Adriana Louvier, Héctor Bonilla, Julieta Egurrola –que han ido y venido-, Claudia Álvarez, Carlos Rivera, Yahir, Bárbara Mori y los que falten por llegar.