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“Los primeros siete años de mi vida”, recuerda Isela Vega , “la pasé con animales del campo, con la naturaleza y eso te desarrolla el instinto y los actores trabajamos con eso”.
La actriz está comodamente sentada en la sala de una mansión, al sur de la ciudad, donde durante por el último mes ha trabajado en un filme que no puede revelar por contrato.
Sólo dice que interpreta a una ex actriz, que fue famosa en su juventud.
Esta noche, Vega de 77 años, recibirá el Ariel de Oro a la trayectoria , presea que anualmente otorga la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas en el Palacio de Bellas Artes en la CDMX.
“Decía (Emilio) “El Indio" Fernández: ya cuando comienzan los homenajes, creen que te vas a morir (entonces) a ching... a su madre (risas) ¡los dan ya cuando no queda más remedio”, dice.
Nacida en Sonora, a los 18 años fue designada Princesa del Carnaval de Hermosillo entrando al modelaje y dos años después, tras una faceta de cantante en hoteles como el extinto Regis, ingresó al cine con "Verano violento" (1960) al lado de Pedro Armendáriz y Guillermo Murray.
Desde entonces más de 150 largometrajes y cinco premios Ariel, uno como Mejor Actriz ("La viuda negra") y tres en el de Coactuación ("La ley de Herodes", "Las horas contigo" y "Fuera del cielo"), conforman su experiencia.
“No conozco actores amargados, aunque los tiene que haber (risas), hay quien dice que le va bien porque tienen chamba, yo digo que me va bien si voy al banco y me dan dinero gratis (risas), pero bueno, cada quien tiene una idea de eso”, comenta.
“¡Los Almada (Mario y Fernando) tenían más de mil películas!, pero bueno, (el Ariel) es un halago, un poco también saber que te recuerdan dónde has pasado la mitad de la vida”, expresa la actriz.
SER MUJER
Isela no es alguien que guste dar entrevistas, ir a fiestas o eventos sociales, pues prefiere hablar en el set, ha dicho en varias ocasiones.
En una de las pocas ocasiones que aceptó invitación pública fue en 2011, cuando la Asociación de Mujeres en Cine y Televisión de México la reconoció en el marco del Festival Internacional de Cine de Guanajuato, que este mes, le rendirá un homenaje.
Esa vez recordó a EL UNIVERSAL que ser mujer complicaba las cosas en el cine nacional, si deseaba ser algo más que actriz.
“Cuando me atreví a dirigir "Los amantes del señor de la noche" (1986) les tenía que pedir de favor a los de utilería, a todos, casi de rodillas, las cosas. Un día los vi conspirando contra mí y entonces fui y les dije, con el lenguaje que tengo del Norte: los que no quieran estar, ahí está la puerta y a ching... a su madre. Lo que hice fue asumirme como ser humano, no como mujer. Pensé que mi cuerpo era un adorno aparte de mi trabajo.”, expuso.
Y el instinto, que aprendió a utilizar con los animales en su niñez y con el que asegura se basan los humanos, le ayudó.
“Por fortuna, me crié en un rancho”, concluye.