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Un año especial para la televisión en México fue 2002, porque en la programación se incluyeron tres realities shows, formato que cada vez se haría más popular entre el gusto del público.
Entre boicots publicitarios de cerca de 27 empresas, polémica y morbo, Big Brother llegó a México el 3 de marzo. “Te veremos hasta en el baño”, decían sus espectaculares, que generaron la mirada de críticos y hasta el cardenal Norberto Rivera quien calificó el experimento de encerrar en una casa a seis hombres y seis mujeres como contenido “para gente retrasada”.
Televisa, en conjunto con Endemol, anunció en octubre de 2001 la idea de probar en México un programa ya calado en 20 países. Durante 24 horas y por 106 días, cerca de 40 cámaras y 60 micrófonos captarían los momentos de los seleccionados en una casa en Santa Fe. Con un equipo de trabajo de 200 personas a la inscripción llegaron 152 mil solicitudes.
Debido a la controversia, la Dirección de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC), dependiente de la Secretaría de Gobierno, afirmaron observar que nada fuera contra los valores de los espectadores.
Éste fue solamente el inicio de lo que se volvería una moda. TV Azteca no quiso quedarse atrás, así que estrenaron el mismo día que sus contrincantes en Televisa con su edición de Big Brother VIP, el 30 de junio, un reality musical llamado La academia. Fue el primer programa musical para la empresa en donde cada semana los concursantes demostraron su talento ante jueces como Memo Gil, Óscar López y Héctor Martínez.
Los castings se hicieron en diversas partes de la República mexicana para reclutar de 10 mil a 200 mil, luego a 90 y finalmente a 14 cantantes. Su hogar fue una casa de 4 mil 500 metros cuadrados instalada con 40 cámaras y 80 micrófonos, donde también obtenían clases y servía como auditorio.
Tan sólo días después de estos estrenos, el 4 de agosto, Televisa quiso más y estrenó junto a su viejo ya conocido Endemol la adaptación de Operación Triunfo, un programa musical que por primera vez aceptaba a 17 concursantes.
Conducido por Jaime Camil y teniendo como padrino a Alejandro Fernández, fue pionero en buscar a estrellas de la música y de paso hacer negocio con los discos de sus competiciones.