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Puerto Vallarta.— La noticia se esparció por Puerto Vallarta de boca en boca y a través de redes sociales, muchos no lo creyeron hasta que lo vieron en televisión o lo escucharon en el radio: Rubén Aguirre, el famoso Profesor Jirafales, había muerto durante la madrugada del viernes 17 de junio, justo en medio de dos fechas simbólicas: dos días después de su cumpleaños y dos días antes del Día del Padre.
Por la tarde, tras enterarse de que el actor sería velado en una pequeña capilla de la funeraria Celis, en el centro del puerto, cientos de personas comenzaron a llegar al cruce de las calles San Salvador y Colombia para llevar una flor o una manzana como homenaje.
“Nosotros estábamos en Ixtlán del Río (a unos 200 kilómetros de Puerto Vallarta) cuando nos enteramos, veníamos nomás aquí a Las Juntas, pero nos venimos hasta acá para buscarlo (…) es que, lo que sea de cada quién, sí lo hicieron reír mucho a uno”, dijo Jorge Parada al salir del velatorio junto con su hijo.
Pasadas la 22:00 horas, al terminar un rosario, un aplauso irrumpió en la funeraria y de nuevo las personas fueron desfilando ante el féretro del comediante; a esa hora la policía municipal ya había cerrado la circulación sobre la calle Colombia debido a la cantidad de personas que intentaban entrar.
El mariachi Continental de Puerto Vallarta –el mismo que en febrero pasado acompañó el reencuentro entre Florinda Meza y Rubén Aguirre en el malecón de este centro turístico– llegó para cantarle y “despedirlo como se debe, con lo que le gustaba en vida”. Entonces interpretaron “El carretero”, “La feria de las flores”, “Guadalajara”, “El son de la negra” y los primeros acordes de “La marcha turca” de Beethoven, en la que se inspiró la música introductoria de El Chavo del Ocho.
El sábado el cortejo fúnebre se dirigió hacia el templo de La Aurora y a su paso por las calles los transeúntes tomaban fotos del último recorrido del cómico por el puerto.
Mientras, en la iglesia se congregaban quienes quisieron acompañara a los Aguirre de los Reyes en la misa que celebraron antes de cremar el cuerpo de su patriarca.
El templo estaba lleno cuando arribó la caravana; “Ta, ta, ta, ta”, corearon los presentes al ver llegar el féretro y después un aplauso lo acompañó hasta su llegada frente al altar, donde fue rodeado y despedido por la familia.