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Una historia que siempre nos vendieron lejana y que está a la vuelta de la esquina, así es como define Alejandro de Marino a El Dandy, serie de TNT a estrenarse el 26 de octubre que llevará en los roles principales a Alfonso Herrera y Damián Alcázar.
Es la historia de un abogado penalista y profesor de universidad (Poncho Herrera), quien a pesar de sus capacidades intelectuales debe tomar el trabajo que pueda para sostener a su familia, como infiltrarse en las bandas criminales de barriada para intentar desarticularlas.
“La gran diferencia es que estamos acostumbrados a ver a grandes narcos del norte. Pero aquí se trata de los últimos eslabones de la cadena, que se pelean entre sí para ver quién se queda con un poco más. Son personajes mucho más identificables, porque pueden ser cualquiera”, dice De Marino, quien da vida a El Menonita, un psicópata que se adentra en una especie de callejón sin salida.
La serie también tendrá tintes de comedia, como el hecho de que El Chueco, interpretado por Damián Alcázar, se las verá negras con sus dos mujeres (Gabriela Roel y Aleyda Gallardo).
“Él tiene un llavero con dos llaves y siempre se equivoca, nunca sabe con cuál abrir. El chiste es que no tiene dos familias por mujeriego, sino por exceso de amor: ama tanto que no le alcanza con una familia”.
Alejandro recuerda que cuando rodaban una escena en un hotel de la colonia Doctores, de pronto se escucharon tiros que no estaban en el libreto.
“Miramos por la ventana y era un retén, literal, porque frente al hotel hay un taller mecánico y encontraron una bandita que se dedicaba al narcomenudeo”.
Pero ese no fue el único sobresalto: “Cuando nos iban a sacar, un grupo de los vándalos, cuatro o cinco que lograron escapar, vivían en el hotel y no podíamos salir. Tuvimos que esperar la orden para irnos por el estacionamiento. La realidad superó la ficción”, relata.
El Dandy se grabó además en Tepito y la Zona Rosa, “lugares donde te cuentan la verdad. No es gente que se va con grises”, dice el actor argentino quien con tres años en México ha perdido el acento y no es el clásico modelo de 1.80 y musculatura trabajada. “Finalmente, eso a larga no te sirve”, afirma.