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Son casi las ocho de la noche y aún no hay bullicio en los corredores de los camerinos en el Auditorio Nacional, ahí donde hay fotos de cantantes que han pasado por el recinto.
De pronto se comienzan a escuchar el mi, mi, mi, la, la, la…
La voz de Benny Ibarra se escucha del otro lado de la habitación vocalizando. Con sonidos pocos usuales, el cantante prepara su garganta para la noche de “fiesta” en el escenario. A los pocos minutos aparece Sasha enfundada en su vestido dorado y detrás de ella Erik Rubín con lentes oscuros, botas y sombrero. Benny aparece presumiendo sus zapatos nuevos. Los halagos entre ellos no paran.
Es la última vez que el trío estará en el Auditorio Nacional, ya que, según ellos, el futuro requiere que cada quien haga sus cosas. La nostalgia entre ellos por el final de Sasha, Benny y Erik se siente más bien en emoción.
“Hay diferentes tipos de nervios, los nervios que nos dan son como los que te dan cuando vas a besar por primera vez, no cuando tienes examen de matemáticas y no preparaste. Es un nervio de emoción, de ternura, de maripositas en el estómago. Y creo que es importante tenerlo. Es parte del respeto que se le tiene al escenario y al público”, dice Sasha.
La plática les hace recordar sobre sus inicios y la forma en la que dejaron atrás el mote de “los ex timbiriches”.
En eso se oye “muy buenas noches, bienvenidos al Auditorio Nacional, esta es la primera llamada, atención músicos y equipo, primera llamada”.
Ellos sonríen y se emocionan de nuevo. “Son 35 años de carrera”, dice Benny. Pero aún con todos esos años y la experiencia que han acumulado a lo largo de su carrera, saben que hay mucha competencia en la escena de la música y están conscientes de las nuevas generaciones de artistas que vienen con sus propias propuestas estéticas.
Hacen notar, sin embargo, una diferencia fundamental.
“Las circunstancias son distintas, nosotros tuvimos la fortuna de estar en un grupo con el que la gente creció, literalmente, porque comenzamos con 10 años, hasta llegar a los 20. Esto tiene un arraigo, una complicidad, una familiaridad muy específica con una generación de mexicanos”, reflexiona Benny, quien, además, viene de una familia artística.
“Creo que es un gran momento para la música en el país. Hay mucha competencia, nosotros lo sentimos ahora. Estamos conscientes de que son 35 años de carrera pero que aún nos falta mucho por delante. Siempre recomendamos que busquen la excelencia más que la fama”, recomienda Benny.
Como veteranos que son reconocen que la canción de “Cocorito” ya no la interpretan y que sus preferidas son las que tienen que ver con la etapa del trío, ya que con tres discos lograron crear un sonido propio. Los respalda, por ejemplo, el éxito que tuvieron con “Japi”, que se convirtió en su sello.
Sabiendo que la nostalgia hace que los artistas tengan una segunda oportunidad, dicen que entre sus planes futuros sigue la música y no descartan volver a estar juntos.
“Es una sensación de una gran certeza porque la historia se vive hacia adelante pero se entiende hacia atrás. Entendemos que la vida nos ha juntado muchas veces y aunque tenemos sentimiento de nostalgia porque este ciclo termina, tenemos la certeza de que la vida nos juntará arriba o abajo del escenario y que hoy estamos más cerca en el amor, en la vida, en la amistad”, agregó Sasha.