"¡Qué pinc... gusto!", gritó Héctor Quijada y su voz fue recibida por vitores de esos roqueros que, por 25 años, los han seguido.
Bueno, no del todo, porque entre los casi 3 mil asistentes al Teatro Metropolitan para celebrar a La Lupita, también había adolescentes y y un niño con chamarra roja de los Bulls de Chicago, cantando.
El grupo llegó al escenario precedido por un video con imágenes de sus inicios, pero la fiebre por ver a los intérpretes de "Supersónico" había iniciado desde horas antes, cuando en internet se revendían dos boletos a 700 pesos, que normalmente costaban la mitad.
Los primeros temas en escucharse y hacer que los teléfonos celulares salieran entre las manos fueron "Antena" y "No voy a volver", con cuyas notas iban llegando aquellos que antes habían pasado al bar del lobby por alguna cerveza.
"¡Es un honor, es un orgasmo!", siguió Quijada durante su primera intervención con el público, ese que le gritaba a coro "Pita, Pita, Pita" como diminutivo de la banda.
A su lado, Lino Nava en la guitarra, Roberto Palomo en el bajo, Mersi en la bateria y Erik Gracia en los teclados.
Y se sumaba Rosa Adame, la vocalista que los acompañó durante los primeros 11 años y quien por varios segundos recibió aplausos al verla en su regreso.
"Ahora sí cabr..., ching... a su mad... quien no baile", gritó Quijada.
"Y ahora, una canción que escribimos en 10 minutos, de las primeras que hicimos", agregó bromista instantes después, como prólogo de "Pa' Lariza".
No podía faltar su versión de "Gavilán o paloma", popularizada por José José, en la que el cantante extendió el micrófono hacia las butacas para oir más fuerte los versos de la letra.
Algunos de los espectadores portaban playeras que afuera del teatro costaban entre 100 y 120 pesos, siendo anunciadas de colección por la fecha de aniversario.
Con ellas cantaron "Me cae", "Maldito amor" y "El pais de la lujuria", con la que Quijada iba de un lado a otro en el escenario.
En la pantalla central videos de películas, animaciones de colores sicodélicas en verde, azul y rojo y, de vez en cuando, sobrepuestas, las figuras de los músicos.
"El resto del mundo vale madres, porque todos los chidos estamos aquí", aseguró.
"Ja, ja, ja" puso a bailar en los pasillos centrales a una chica de cabello ensortijado, falda larga entallada, que fue retirada por los elementos de seguridad hasta que acabó la canción, respetando la alegría con que se veía.
La velada incluyó interpretaciones de su más reciente producción discográfica.
sc