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Y la música unió a Latinoamérica. Lo que no ha podido hacer la política, sucedió ayer en el Zócalo de la Ciudad de México en donde el vallenatero colombiano Carlos Vives y los salseros Rubén Blades (panameño) y Marc Anthony (puertorriqueño) borraron fronteras ante unas 120 mil personas.

Cada uno, desde su trinchera, se hermanó con México. Blades, fiel a su instinto político, hizo un homenaje a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa; Carlos Vives cantó unas de las rancheras que se escuchaban en su casa y Marc Anthony hizo causa común con los latinos para ir en contra de Donald Trump.

Un artista nada plástico. Puntual a la cita, a las 18:00 horas, el panameño Rubén Blades salió al escenario ubicado frente a la Catedral.

En una parte de su concierto dijo que al estar en el Zócalo no podía dejar de referirse a un tema del que ha escrito y se ha pronunciado.

“Me refiero a Ayotzinapa y el de los desaparecidos. México es un país que tiene muchas virtudes y fortalezas, para conservarlas es necesario eliminar la omisión que las comprometa. A los familiares y a los mexicanos, mi solidaridad; esta es una canción que escribí en 1982 y aún desafortunadamente mantiene su vigencia”, dijo antes de “Desapariciones”, que interpretó con una bandera de México y las fotos en blanco y negro de los normalistas en las cinco pantallas al fondo, para después seguir con “Prohibido olvidar”.

Con su característico sombrero, lentes oscuros y vestido de negro se acompañó de 12 músicos para iniciar su repertorio con “Plástico” y “Decisiones”. “Todavía estoy tratando de olvidarme del cinco a cero”, bromeó con respecto al partido donde la selección de futbol de su país perdió contra Argentina.

Todavía con el sol presente y poco antes de darle su voz a “Mala maña”, saludó a la actriz mexicana Patricia Reyes Spíndola quien —dijo— estaba presente, y con quien compartió créditos en la serie Fear The Walking Dead.

“No hay nada más peligroso para un artista popular que un concierto gratis porque, si la gente no se aparece ahí, menos lo harán en uno que tengan que pagar. Gracias por venir y no dejarnos solos y desempleados”, expresó.

Aunque algunas gotas de lluvia cayeron durante su presentación, al poco tiempo se fueron.

“Rubén, Rubén”, se escuchaba de entre los asistentes. Con tono humorístico presentó “El pasado no perdona”, que se desprende del que consideró un álbum malo.

Entre sus recuerdos nombró la primera vez que visitó la Ciudad de México y cantó frente a Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes un tema que, le dijeron, no tendría éxito por ser largo y deprimente, por lo que le da más que satisfacción que “Pedro Navaja” sea coreado.

“Gracias México”, se despidió.

Un colombiano muy mexicano. Justo al terminar Blades, y antes de salir Carlos Vives, la lluvia cayó con potencia. Decenas de personas con paraguas e impermeables acudieron a refugiarse entre en los pasillos y los techos de los negocios cercanos, otros tantos se fueron.

El cantante colombiano salió a las 19:45 horas. Con “Y ahí llego yo” abrió su show, movido de principio a fin.

También vistiendo de negro se hizo acompañar de su acordeonista y él mismo en la guitarra brincó y bailó durante “La gota fría”.

“La cumbia nació del lugar donde yo vengo y vino a México y hoy se hizo ciudadana mexicana; la cumbia nos une, somos hermanos”, dijo.

Junto a 12 músicos (incluyendo sus coristas) hizo bailar a los presentes gracias a “Fruta fresca”, “Bailar contigo” y “La tierra del olvido”.

Después de un alejamiento de la música el colombiano regresó con discos exitosos ganadores de varios premios Grammy Latino. Así como iba oscureciendo, la fiesta seguía, por lo que presentó a sus compatriotas ChocQuibTown para que lo acompañaran en “El mar de sus ojos” y “La fantástica”.

“Llevo 23 años soñando poder cantar para ustedes, es difícil verlos así. Y no voy a perder la oportunidad porque he cantado rancheras y corridos toda mi vida ya que me las enseñó mi abuelo. Nunca he cantado con los mexicanos una ranchera, mi abuelo tenía una finca que se llamaba México, nos montaba en un Jeep, ponía a José Alfredo Jiménez y me aprendí todo”, indicó para dedicarle a las mujeres su versión de “Te solté la rienda”.

“¡Viva México!”, gritó al terminar.

Vale la pena. Como si el clima jugara, la lluvia volvió a soltarse cuando Vives dijo adiós, pero después se quitó, pues el gran cierre estaba por venir. Tras un audiovisual, el neoyorquino con descendencia puertorriqueña Marc Anthony salió a las 21:35 horas para iniciar al ritmo de “Valió la pena”, llevándose las manos a la boca asombrado al escuchar el coro de la gente escapándosele un “wow”.

Con una sonrisa, moviendo la cadera y al mandar besos, su salsa encantó a los presentes.

“Qué rico”, gritó y también recogió del suelo un peluche en forma de corazón y una playera que alguien le lanzó. Una más lenta “Hasta ayer” continuó para expresar sus primeras palabras. “Increíble”, repitió varias veces. “Muchas gracias por darme la oportunidad de compartir con ustedes, estoy en las nubes. Esto es vivir”, dijo antes de la canción que confesó como una de sus favoritas, “Flor pálida”.

De Juan Gabriel no podía faltar en su voz “Abrázame muy fuerte”, seguida de “Ahora quién” y “¿Y cómo es él?”. En escena estuvo acompañado de 13 músicos, con los cuales derrochó sentimiento y pasión.

Luego hizo causa común con los latinos. “Hay muchas cosas que están pasando en EU, muchas personas que están ahora, creo que me entienden. Pero quiero que sepan que el que se meta con México se mete conmigo y creo que esta canción se van a dar cuenta muy pronto el poder que tenemos los latinos y los mexicanos. Quiero que sepan que yo me entrego a la causa”, explicó para dar pie a “Mi gente”.

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